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La administración del ministro Luis María Aguilar al frente de la Corte está siendo sometida a revisión por la Auditoría Superior de la Federación. Fuentes de su ponencia han hecho trascender la versión de que no encontró irregularidades durante 2018, su último año de gestión al frente del máximo tribunal del país y el Consejo de la Judicatura Federal. La versión, sin embargo, es precipitada e inexacta.
El corte al que se refiere el ministro Aguilar solo considera la revisión ya notificada de tres obras por un valor de 34.6 millones de pesos. Nada concluyente ha resultado del subejercicio por cinco mil millones de pesos que, de acuerdo con lo señalado en su momento por esta columna, se quiso vender como ahorros presupuestales para este año, de acuerdo con las exigencias de austeridad planteadas por el gobierno de AMLO.
Al 30 de junio pasado, la ASF únicamente ha presentado el primer informe de resultados de la revisión de la Cuenta Pública 2018 que, en el caso de la Corte, correspondió a una auditoría a los fondos y fideicomisos del Poder Judicial. Resultaron de ellas dos recomendaciones que se encuentran en proceso de atención.
Sin embargo, la auditoría relacionada con la gestión financiera 2018 de la SCJN sigue en curso. Continúa el proceso de acopio y análisis de información, por lo que aún no se ha emitido observación o recomendación alguna. El plazo para la entrega del primer informe de resultados de esa auditoría vence el 30 de octubre.
Por otra parte, la Contraloría interna de la Corte revisa probables irregularidades detectadas. Entre otras las siguientes: 1. Tres mil 768 bienes muebles sin número de identificación de inventarios y por lo tanto no ubicados, con valor de mil 30 millones de pesos; 2. Reconocimiento de un adeudo con Hewlett Packard México por contrato no firmado en 2018 por 1.9 millones de pesos; 3. Contratación de licencias de software de Microsoft por 6.5 millones de pesos, que no eran necesarias y no han sido utilizadas por ninguna área; 4. Conciliación con “Acciona Infraestructura” por el proyecto del edificio Chimalpopoca, que reclama 121.8 millones de pesos; y 5. Incumplimiento de obligaciones en acceso a la información, por la decisión de no publicar en internet alrededor de 350 contratos suscritos entre 2014 y 2018.
Por eso le digo que el ministro Aguilar se apresuró al considerar que libró auditorías que aun no han concluido y que son la base de la decisión del hoy ministro presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, de poner la casa en la orden.
Instantáneas: 1. FIDEICOMISOS. Por cierto que con la ratificación que el Senado dio a la Ley de Austeridad, el Poder Judicial logró salvar los recursos que tenía en fideicomisos establecidos para pagar jubilaciones de jueces y magistrados, aunque ya no se podrán hacer nuevos. El debate sobre este tema fue muy intenso pues quienes se oponen, sacan a relucir los presuntos excesos cometidos por la pasada administración.
2. PARTIDA SECRETA. Por cierto que la Ley de Austeridad revive la opaca partida secreta del presidente, motivo de numerosos excesos que derivaron en escándalos. Al menos eso se infiere del artículo 61 que dice: “Los ahorros generados como resultado de la aplicación de dichas medidas, deberán destinarse ... a los programas del ejecutor del gasto que los genera... Por cuanto hace al Ejecutivo dichos ahorros se destinarán a los programas previstos en el Plan Nacional de Desarrollo o al destino que por decreto determine el titular”.
3. CORRETIZA. El exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz se presentó en la capital del estado como si no debiera nada, para hacer campaña por la presidencia del PRI pese a que le negaron el registro. Para su sorpresa, lo primero que encontró fue una violenta protesta de la CNTE, cuyos integrantes, encabezados por parte de su dirigencia, lo tildaron de asesino (por los más de 40 muertos y desaparecidos en la insurrección de 2006-2007). También le recordaron la corrupción que caracterizó su sexenio. Los maestros, sin miramientos, pidieron permiso al propietario del lugar donde se iba a llevar a cabo la reunión de Ulises con sus “seguidores” para entrar y sacarlo. Corrieron versiones de que el dueño del salón lo tuvo que esconder.