El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer las cifras oportunas del Producto Interno Bruto (PIB) del cuarto trimestre de 2018 y por ende de todo el año.

También anunció las del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de diciembre, que disminuyó 0.4% respecto al mes previo, pero con una trayectoria a la baja si se observa su la tendencia-ciclo. Estas cifras, junto con otras de enero, como las ventas de autoservicios y departamentales, han llevado a algunos analistas a destacar que la economía se frenó al cierre de 2008, y a unos más osados a adelantar que ya comenzó una recesión.

En 2018, el PIB creció 2.0% influyendo en ello la desaceleración registrada en el cuarto trimestre, ligeramente por debajo del 2.1% en 2017, revisado a la baja (2.2% previo). Las variaciones porcentuales de los sectores fluctuaron enormemente. En un sentido positivo, destacan el alza del 6.3% del 52 Servicios financieros y de seguros; 6.0% del 51 Información en medios masivos; 5.1% del 56 Servicios de apoyo a los negocios y manejo de residuos y desechos, y servicios de remediación, y; de 3.8% del 46 Comercio al por menor.

En sentido opuesto, el sector 21 Minería cayó un 5.5%, como resultado de una baja de -6.7% de la petrolera y de -2.5% de la no petrolera; 1.1% del 81 Otros servicios excepto actividades gubernamentales; y, -0.4% del 55 Corporativos. El desempeño también fue muy heterogéneo por estados, pero las cifras estarán disponibles hasta finales de abril, por lo que de ello hablaremos en otro momento.

Regresando al punto del principio, una recesión comienza en el punto más alto de un indicador que refleja la actividad económica en su conjunto, conocido como índice coincidente. Como ya lo hemos comentado antes, lo reporta en Estados Unidos (EU) The Conference Board, y en México el Inegi. En ambos casos, su determinación se hace con bastante retraso, hasta que se confirman las tendencias. Sin embargo, los inicios de las recesiones no son muy sintomáticos porque en su momento las cosas todavía se perciben bastante bien.

Es evidente, que hemos tenido un comienzo de año complicado en el desempeño de la economía. El desabasto de la gasolina en amplias regiones del país, afectó la actividad económica, lo mismo que los bloqueos de las vías del ferrocarril en Michoacán. También el retraso en la ejecución del gasto público del nuevo gobierno, así como su reducción por las políticas de austeridad, de una forma u otra, han tenido un impacto negativo.

Sin embargo, también se han registrado datos favorables en enero como la producción y las exportaciones de vehículos automotores, las exportaciones manufactureras, el impresionante repunte de la confianza del consumidor, que de alguna manera sigue alentando el consumo, así como alzas salariales por arriba de la inflación observada, que representan una ligera recuperación del poder de compra, que de alguna manera podrían alentar al mercado interno más adelante.

Que no se presente una recesión, va a depender de muchos factores, comenzando por el más sencillo, que ello no ocurra en el mundo y particularmente en EU por su enorme peso en nuestras exportaciones; pero también de que el consumo y la inversión sigan presentando un buen desempeño.

En el caso del consumo, el ánimo del consumidor y los incrementos salariales ayudan en ese sentido; en contrapartida, las elevadas tasas de interés están afectando las compras a crédito o elevando la carga financiera de quienes ya traen un nivel elevado de endeudamiento, reduciendo el gasto. En este sentido, la inflación más baja de lo esperado en enero y febrero podrían ser un síntoma de que la demanda se está debilitando demasiado. Una lectura así, podría contribuir a que el Banco de México baje la tasa de referencia en la próxima reunión de su Junta de Gobierno.

La inversión está detenida e incluso debilitada, por los altos costos financieros, la inseguridad, derechos de piso, robos, etc.; pero también porque con el arranque del gobierno el gasto público está detenido. Adicionalmente, el rezago en el pago a proveedores de los gobiernos anteriores (en los tres órdenes) ha provocado el colapso de muchas empresas pequeñas y medianas, pero incluso de grandes.

Mientras que el optimismo entre el público en general es muy elevado, en el sector empresarial ocurre lo contrario. Las encuestas sobre el clima de negocios son negativas. La mayoría de los gerentes opina que les va a ir peor este año comparado con el anterior. La molestia por la cancelación del aeropuerto en Texcoco, no sólo ha generado enormes pérdidas, sino que dañó la confianza de los inversionistas. Más allá de las operaciones cicatriz y de las simulaciones, el descontento del sector privado, lo mismo se refleja en las decisiones sobre el sector energético, -aunque algunas se han frenado, como la de darle todo el control al director general de Pemex eliminando su estructura corporativa de dirección-, que en los cuestionamientos a los organismos autónomos. Pocos son quienes se atreven a expresar sus críticas en público, por temor a las represalias de la 4T.

Me parece que hay la percepción de que pasamos de un capitalismo de cuates, a uno de otros cuates, aunque algunos siguen siendo los mismos, como lo muestra el Proceso de esta semana donde destaca que Salinas Pliego es el empresario consentido de AMLO.

En conclusión, no sabemos con toda certeza si la economía mexicana entró en recesión, porque ello se podrá determinar mucho tiempo después, pero lo que sí podemos afirmar es que está en una fase de desaceleración porque el crecimiento es cada vez menor.

Addendum:

El camarada Paco Ignacio Taibo II decidió purgar al Comité Editorial de la revista El Trimestre Económico, con la acusación de fomentar el neoliberalismo, integrado por investigadores de la UNAM, Colmex, Banxico, CIDE, ITAM, UDLAP, UAM, Ibero, y un amplio número de dictaminadores, con pluralidad de enfoques. Lamento este signo de la regresión autoritaria.

Catedrático de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx

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