Es fácil señalar, exigir y criticar. Pedir un cambio en el futbol mexicano es verbo sostenido hace muchos años.

Hasta hoy el quinto partido sigue siendo el tema, bueno, dicen que no hay tal y que la búsqueda del título es siempre la prioridad pero, no nos hagamos pe…lotas: para aspirar al trofeo hay que jugar sí o sí ese quinto juego, punto.

Y claro, cada vez que se habla de ese tópico el responsable inmediato es siempre el jugador, es decir, usted y yo establecemos que por las capacidades o incapacidades de quienes ejecutan en la cancha es que tenemos estos resultados.

Al futbolista mexicano le pedimos que sea distinto. Que su manejo personal sea más responsable y que piense más en su carrera que en el dinero y todas las facilidades que vienen con el título de “futbolista”. Las comparaciones con los jugadores europeos son del diario en temas que tienen que ver con la disciplina y responsabilidad, y cuando se les compara con los sudamericanos entonces decimos que los de abajo tienen más hambre de triunfo, cosa que me parece desatinada e injusto. Es decir, siempre son los jugadores, pero bien valdría la pena ir un poquito más allá y voltear a ver a otros lados: hacia la federación y las oficinas externas que manejan el destino de ésta: los dueños.

Pedimos que el jugador se parezca más a otros, ¿no? Y por que no pedimos lo mismo con los de pantalón largo; por qué no pedimos una planificación más equilibrada. Por qué no pedimos “transito libre” al jugador tal y como lo incidan las mismas reglas de FIFA (léase Pacto de Caballeros). Por qué no pedimos más cambios de fondo que de forma.

El futbol mexicano merecería desde hace tiempo otro lugar en la historia, pero cuando reflexionamos por qué no se ha logrado alcanzar caemos en el triste, ridículo, flojo y autocompasivo discurso de: los malditos penales, los cambios de Mejía Barón, las modificaciones de Lapuente, la alineación del Bofo o el NO ERA PENAL. Pero no, el impedimento de trascendencia no está en esas circunstancias de partido, sino en los años que tenemos haciendo lo mismo.

Ningún otro futbol en el mundo tiene tantos empresarios de elite como el nuestro: gente brillante, de enorme visión y que ha logrado transformar muchas cosas en este país, por lo mismo me niego a creer que no pueden hacer lo mismo en el futbol, en ese en el que invierten millones.

Hay muchas cosas que se hacen bien, pero dar el salto que haga cambiar la historia implica modificar el sistema. Planear bien y equilibrar un poquito la balanza entre el modelo comercial y el deportivo. Al final, si lo segundo resulta, lo primero crece de manera automática.

No es el jugador o el entrenador de manera individual, es un conjunto de cosas que hoy tienen al futbol mexicano estancado en el mismo sitio.

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