La semana pasada ha sido quizá, una de las más largas y difíciles en la historia de Nayarit .

Desde el domingo 21 de octubre a lo largo del día, comenzaron a intensificarse los avisos de Protección Civil y Bomberos , que informaban de la situación que se desarrollaría con la llegada del huracán Willa , que alcanzó categoría 5 y cuyos daños no se calculaban hasta ese momento.

Para el martes 23, se preveía que el meteoro tocara tierra, precisamente en las costas de los municipios de Tecuala , San Blas , Santiago Ixcuintla , Tuxpan y Acaponeta . Se respiraba un ambiente de tensión, incertidumbre y miedo. Willa había disminuido a categoría 3 , sin embargo, los vientos de 195 kph obligaban a las autoridades a emitir la alerta roja, que señalaba que a partir de las 3 de la tarde, todas las personas debían refugiarse en lugares seguros.

Para esa noche, los fuertes vientos continuaban y dejaban a su paso destrucción; árboles y postes caídos, además de cientos de casas dañadas , pero lo peor apenas comenzaba.

La gran cantidad de agua que el huracán trajo consigo, dio como resultado un incremento impresionante en los niveles de los ríos San Pedro y Acaponeta , lo que produjo que en la madrugada del miércoles 24 , Protección Civil alertara de una evacuación inmediata .

Apenas en unas horas, se presentaron las primeras inundaciones en Tecuala y Acaponeta , situación que también alcanzaría a los municipios de Ruiz y Tuxpan , este último tras el rompimiento de su malecón, que provocó la entrada directa del río en la comunidad .

Las personas que no pudieron evacuar a tiempo, vieron con desesperación cómo la fuerza del agua invadía sus hogares, encontrando en sus techos el único resguardo.

El gobierno y la ciudadanía buscaban por todos los medios salvar vidas, con helicópteros y lanchas, se hizo un esfuerzo continuo para dar apoyo a las personas que intempestivamente, lo habían perdido todo.

En menos de 48 horas, el norte del estado quedó completamente devastado por la fuerza de Willa; autopistas fueron arrasadas por la corriente desbordada, municipios fueron sumergidos bajo el agua, 4 muertos y más de 180 mil personas damnificadas fue el terrible saldo.

El jueves 25, el nivel del agua comenzaba poco a poco a disminuir, y ahí se apreciaría la verdadera dimensión del desastre. Las comunidades afectadas, despertarían con un lodo que alcanzaba el medio metro de altura , en sus casas y calles.

Y mientras en la mayor parte del país el tema de conversación era la consulta para decidir el futuro del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, o la situación de los inmigrantes hondureños, Nayarit se encontraba hundido y muy necesitado de ayuda humanitaria.

La sociedad nayarita se solidarizó rápidamente, organizándose para recabar víveres y con toda la disposición de ayudar a sus hermanos. El sábado 27 fue tal la respuesta de los nayaritas que acudieron en sus coches con cubetas, palas y picos, a colaborar con las labores de limpieza, que saturaron el municipio de Tuxpan, dificultando las labores del personal de Obras Públicas, motivo por el cual, las autoridades se vieron obligadas a pedir que el ingreso se hiciera caminando.

Poco a poco algunos gobiernos vecinos, políticos, deportistas, artistas y activistas, se suman a la causa de pedir ayuda y donaciones para Nayarit, pero aún no es suficiente. El cambio de administración federal, que se encuentra a poco más de un mes, lamentablemente complica el apoyo que se le pudiera brindar al estado.

En Nayarit hoy no existen los colores partidistas

, ni los protagonismos vacíos, ni las disputas infértiles, hoy, sólo existe un pueblo que se ha unido a trabajar en equipo para levantar y reconstruir lo que un fenómeno natural se llevó, se necesita sin duda, la solidaridad de más gobiernos estatales, pero sobre todo, la solidaridad del pueblo de México.

FACEBOOK: Miguel Delgadillo Ibarra

TWITTER: @mike_delgadillo

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