Francamente me apenó ver cómo tres funcionarios del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), Edgar San Juan, Erick Pérez Velasco, Roberto Frías, fueron enviados a la guerra sin fusil, según conocida expresión popular, que habría que completar de esta manera: los mandaron sin fusil, sin general, sin plan de combate alguno, sin estrategia ni táctica ni los recursos más elementales para enfrentarse a una porción de la comunidad artística que el pasado jueves 7 de marzo acudió a la Biblioteca México a un “foro de consulta”.

Ellos, esos tres funcionarios, dieron la cara por el Fonca ante un grupo de artistas que fueron indignándose hasta llegar a los gritos. “¿Dónde está Mario?”, preguntaron en alta voz, en alusión al escritor Mario Bellatin, de quien Édgar San Juan informó que estaba enfermo. Esa excusa resultó una falsedad, pues nuestra compañera Yanet Aguilar pudo entrevistar a Bellatin por teléfono mientras éste manejaba su automóvil, al parecer en un estado de salud de lo más normal. Bellatin, director del Fonca, explicó que no le pareció necesario ir al foro de la Ciudadela.

Lo que sucedió el jueves 7 estuvo precedido por hechos y declaraciones que permiten afirmar, sin sombra de duda, que el Fonca está en peligro. Entre esos hechos está el despido de René Roquet, a quien conocí y traté en muchas ocasiones y a quien vi trabajar como un funcionario ejemplar por su energía, su capacidad de organización y sus ideas claras de lo que significa el programa de Jóvenes Creadores.

Ahora todas esas cualidades que encarnaban en Roquet y en otros han sido sustituidas por las “ocurrencias” que denunció el escritor Emiliano Monge ante el penoso espectáculo de la Ciudadela, con un Mario Bellatin ausente, una consulta que terminó en escándalo y tres funcionarios inermes y abandonados a su suerte ante las protestas de los artistas.

Por donde se le vea, el Fonca ha sido hasta ahora una de las instituciones más transparentes del gobierno mexicano. Ha dado buenos y magníficos resultados durante varias décadas. Lo sé porque he estado cerca o dentro del Fonca desempeñando diversas funciones: he sido becario, asesor, tutor, integrante de jurados calificadores, miembro de una comisión de ética.

Paco Taibo no pudo encontrar en las instalaciones del Fondo de Cultura Económica una cava de vinos cuya existencia denunció y no pudo comprobar; él creía que existía: “eso me dijeron”, declaró, un poco azorado. Mario Bellatin no iba a poder encontrar las constancias de gastos “en hoteles de cinco estrellas” para los encuentros de Jóvenes Creadores: esos encuentros se hacían con el máximo aprovechamiento de los recursos y sin dispendios, como les consta a los cientos de becarios y a las decenas de tutores que asistíamos a esos encuentros.

Todo esto es muy desalentador. Pinta un panorama crispado. No parece haber mando ni rumbo en la Secretaría de Cultura ni en el Fonca.

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