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La reunión fue convocada para que el Presidente explicara a periodistas el programa de reconstrucción después de los sismos. Pero en la audiencia el interés era otro: la sucesión 2018 y, particularmente, quién era el elegido por Enrique Peña Nieto para ser el candidato del PRI. Sobre todo porque en ese encuentro en Los Pinos, el primer mandatario se rodeó de todos los que han sido mencionados presidenciables del tricolor.
Hay quien dice que elegirá pronto, hay quien asegura que esperará hasta el final. Por pura intuición, yo soy de los segundos. Pero según me cuentan algunos de los asistentes a esa convocatoria que, si bien Peña Nieto no abrió su juego, hubo algunas señales que podrían o no significar algo:
1.— El Presidente no estaba nervioso ni tenso hablando del tema. Por el contrario, se le veía a sus anchas. Era obvio que de eso le iban a preguntar. Pero se le notaba en regocijo abordando el asunto.
2.— Aurelio Nuño estaba sonriente. Disfrutando, como el Presidente, divertido y hasta haciendo gestos juguetones a los periodistas.
3.— José Antonio Meade estaba serio. Absolutamente serio. El lenguaje corporal del secretario de Hacienda contrastó dramáticamente con el del secretario de Educación.
4.— Osorio, tranquilo, más bien serio, pero en ocasiones sonriente.
5.— José Narro estaba como recargado hacia atrás. Su rol en la reunión fue totalmente secundario.
6.— Llamó la atención de los ahí presentes cuando en el intercambio salió el tema de que el PRI debe abrirse a la ciudadanía, y el secretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos, se aproximó a Meade, a quien tenía sentado al lado, y le dio una cariñosa palmada.
Estas son, le insisto, algunas de las señales captadas por algunos colegas con los que he platicado. ¿Son señales deliberadas o no? ¿Quieren decir algo o no? En el sistema presidencial priísta las formas tienen quizá mayor peso que en ningún otro partido. Hay una añeja tradición de observar saludos, gestos, referencias, hasta los lugares donde se sientan los funcionarios para intuir los mensajes que manda, a veces sin querer pero casi siempre buscándolo, el hombre encargado de elegir al candidato de su partido a sucederlo.
SACIAMORBOS.
Si alguien lee la nota sin ver dónde sucedió, puede fácilmente deducir que tuvo lugar en Corea del Norte o en Zimbabue: la nación alberga la competencia Mundial de una disciplina deportiva, ésta se lleva a cabo en instalaciones militares, pero… el helicóptero presidencial tiene que aterrizar ahí, así que se suspende la competencia, baja la aeronave, el viento que genera tumba los marcadores y desconcierta a los atletas de alto rendimiento, que son los mejores de todo el mundo en su disciplina, en eso sube un poderoso político al helicóptero, lleva ropa informal, atrás viene su asistente cargando sus palos de golf, el helicóptero despega y, después de acomodar todo, la competencia puede seguir. Pero no. Ni Corea del Norte ni Zimbabue. México, Emilio Gamboa, helicóptero del Estado Mayor Presidencial.
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