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A nueve meses de la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador ha decidido apostar su imagen de candidato anticorrupción a favor de los dirigentes del Partido del Trabajo.
Frente a la investigación de la PGR por el presunto desvío de 100 millones de pesos de recursos públicos de Nuevo León a cuentas personales de Guadalupe Rodríguez Martínez, fundadora del PT y esposa de su líder nacional, Alberto Anaya, López Obrador fijó postura: es una persecución política del gobierno de Enrique Peña Nieto por el apoyo petista a Morena. “Los vamos a defender”, anunció en un tuit.
Poco antes de la elección de gobernador en el Estado de México, López Obrador decía que el PT ya se había vendido a la mafia del poder. Cerca del final de la campaña el candidato petista Óscar González Yáñez declinó a favor de la abanderada de Morena, Delfina Gómez, y volvió a ser un partido honesto a los ojos del tabasqueño.
El PT ya aprobó ir en alianza con Morena al 2018 para la elección presidencial, las legislativas y las estatales de gobernador. Va con López Obrador.
Es un partido que sigue por estatutos la “Línea de masas” de Mao Tse Tung, que admira al régimen norcoreano y al gobierno madurista de Venezuela. Se alía según le convenga con el PRD, con Morena, con el PRI o con el Partido Verde, y en sus 27 años de vida ha tenido una dirigencia colegiada siempre encabezada por Alberto Anaya e integrada por los mismos: los hermanos González Yáñez, Ricardo Cantú y Pedro Vázquez.
Anaya ha sido en ese lapso dos veces senador y cuatro diputado federal. Ha sido el máximo líder de un partido que ha recibido casi diez mil millones de pesos de financiamiento público. Maneja con su esposa un negocio privado de 72 centros de desarrollo infantil que cobran a los padres de sus alumnos y además reciben dinero del erario de doce estados. De 2009 a 2017 ha recibido casi 4 mil millones de pesos etiquetados por el Congreso para esos Cendis. En 2015, más de 900 millones de pesos para ese propósito.
Fue impulsado para su nacimiento por Raúl Salinas de Gortari, en el gobierno de su hermano Carlos, ha postulado lo mismo a Cuauhtémoc Cárdenas que a César Duarte, a Gabino Cué y a López Obrador, y tiene como exponente central en el Senado, hasta hace poco su cooordinador, a Manuel Bartlett.
En la elección federal de 2015, la votación que obtuvo no le alcanzaba para mantener su registro nacional. De última hora, una maniobra de la Secretaría de Gobernación le salvó la vida. Dos años después, regresó a los brazos de Andrés Manuel.
Es indudable que el gobierno federal se sintió traicionado tras salvarle el registro y que la investigación puede tener motivaciones políticas, pero también es indudable que el caso trae datos duros de una operación de burdo robo al erario.
Vamos, ni siquiera se molestaron en armar triangulaciones complicadas y cuentas en paraísos fiscales: de las arcas públicas el dinero fue directo a la cuenta personal de la Maestra Lupita, como le dicen en los Cendis, y de ahí a las de sus cuates, entre ellos el líder del PT en Aguascalientes, Héctor Quiroz, ya acusado por la PGR y vinculado a proceso.
La imagen de candidato anticorrupción de López Obrador va acumulando lastres por su defensa de personajes implicados en escándalos.
La apuesta por la honestidad de los dirigentes del PT parece de alto riesgo. Optó de nuevo por la teoría del complot y la defensa a ultranza de los señalados. Confía en que sigue teniendo teflón. Siento que ese teflón ya está muy raspado. Ya no es lo mismo que antes.
historiasreportero@gmail.com