Ana Paula Ordorica

AMLO quiere ganar contra lo que ni Europa ni EU han podido

12/06/2019 |02:35
Redacción El Universal
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Las calificadoras más importantes y reconocidas, Fitch y Moody’s, le bajaron la calificación a Pemex y la perspectiva a la CFE y la respuesta del presidente ha sido que no confía en ellas porque antes, con toda la corrupción que había, no dijeron nada y ahora que ya no hay corrupción tolerada deciden bajar el grado de inversión de tal forma que los bonos de Pemex ya son chatarra.

La respuesta del presidente es muy mala. Es como un alumno reclamando al profesor de matemáticas por una nota reprobada argumentando que estudió muchísimo para el examen de biología.

Las calificadoras evalúan la capacidad de pago de deuda en el corto, mediano y largo plazo de países y empresas y asignan una calificación para que los inversionistas sepan en dónde y cuánto invertir y decidan qué riesgo asumir. A mayor riesgo puede haber un mayor rendimiento precisamente por la posibilidad de perder esa inversión.

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Para el tema de corrupción hay otras evaluaciones como Transparencia Internacional (TI) en donde México ha caído hasta los últimos sitios de la OCDE, de América Latina y del mundo de forma constante y alarmante en su Índice de Percepción de la Corrupción. Que AMLO revise cómo nos evalúa TI en 2019 y opine entonces. Veamos si las medidas tomadas por su gobierno logran que México suba algunos peldaños para dejar el actual 134 de 174 países en donde son más corruptos Rusia, Venezuela y Corea del Norte para ver si alcanzamos a otros países como El Salvador (104), Argentina (84) o Chile (27).

Tiene cierta razón el presidente López Obrador en cuestionar cómo actúan las calificadoras, que están lejos de ser infalibles. Sorprendentemente siguen siendo la métrica de los inversionistas a pesar de errores garrafales que han cometido.

El mejor ejemplo fue en 2001 cuando Enron tenía la calificación más alta de Moody’s, Fitch y Standard and Poor’s hasta cuatro días antes de su quiebra. Se volvieron a equivocar en el 2008 con Lehman Brothers, que también estaba bien calificada hasta su quiebra que generó la crisis financiera de ese año. Y aquí en México no hicieron bien su trabajo con Hipotecaria Su Casita que también estuvo bien evaluada hasta que entró en Concurso Mercantil.

Entonces sí, las calificadoras se equivocan y no son siempre confiables. Sin embargo, siguen siendo la fuente a la que acuden inversionistas para tomar sus decisiones sobre dónde meter su dinero. Esto es así, le guste o no al presidente.

La decisión que han hecho sobre Pemex, CFE y las repercusiones que podría tener esto para la calificación del soberano (Mexico) dependen de que Hacienda haga un buen trabajo de comunicación con las calificadoras.

En lugar de cuestionarlas, tanto el presidente, pero sobre todo Hacienda, deben de acercarse a ellas. De lo contrario México seguirá cayendo en picada. En los próximos días vendrán emisiones de la banca de desarrollo que, de entrada, tendrán que pagar tasas muy altas a pesar de tener buenos números por la baja en la calificación de Pemex y la perspectiva de CFE. Y así, el efecto dominó para un presidente López Obrador que quiere pelear lo que ni Estados Unidos ni Europa han podido ganar: que los inversionistas dejen de escuchar lo que dicen las calificadoras.

Apostilla: La amenaza de Trump de condicionar la aplicación o no de aranceles a que México haga su trabajo en materia migratoria no es la primera en la que Estados Unidos, con o sin Trump, advierte con represalias económicas a cambio de obtener acciones de otra índole. Las sanciones, embargos y bloqueos a Irán, Cuba, Siria y Corea del Norte son exactamente lo mismo: un chantaje económico a cambio de no desarrollar armas nucleares o de permitir un régimen democrático. La única diferencia ahora es que se le ha aplicado a un país, México, que no ha sido antagonista ni violento con Estados Unidos.

@AnaPOrdorica
www.anapaulaordorica.com