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La tecnología también se cultiva en los campos mexicanos. En los últimos años, investigadores del Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales han desarrollado un sistema tecnológico que busca hacer más productiva y sustentable la agricultura tradicional de pequeños agricultores en México.

El agrónomo Antonio Turrent, junto a otros colegas, desarrolló la técnica MIAF, Milpa Intercalada en Árboles Frutales, que consiste en un sembradío híbrido que alterna granos básicos como maíz y frijol con árboles frutales o maderables. MIAF será la técnica que ocupará el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador en su programa agroforestal.

“Desde 1980, hemos propuesto esta tecnología a la Sagarpa pero han optado por emplear técnicas dedicadas a la agricultura intensiva, a los productores de gran escala; el pequeño agricultor quedó desplazado. MIAF es la tecnología indicada para modernizar la agricultura en pequeño, en México”, explica el maestro en Ciencias Agrícolas, Antonio Turrent.

MIAF es un sembradío mixto que con cultivos básicos de maíz y frijol estima asegurar la suficiencia alimentaria del campesino y su familia. Mientras que con los árboles se pretende aumentar el valor comercial de la cosecha. El esquema de alternar estas plantas propicia un mejor uso de los recursos naturales, según los especialistas.

“A nivel del suelo, en un sembradío exclusivo de maíz la profundidad de enraizado de las plantas es la misma, lo que ocasiona que haya un traslape entre ellas. Mientras que el enraizado de frijol es somero y al ser intercalado con maíz les permite un mayor rango de exploración del suelo y un mejor uso del agua y los nutrientes”, detalla José Cortés Flores, doctor en Ciencias del Suelo por la Universidad de California.

Sucede algo similar con el aprovechamiento de la luz solar. Al colocar plantas de frijol, que son de menor tamaño, junto a las de maíz, “la radiación solar alcanza una mayor área foliar para que se pueda fotosintetizar”, apunta Cortés. Además, esta plataforma exhorta a sembrar los maíces nativos de la región para “mantener la biodiversidad agrícola porque es un aliado en el combate contra los efectos del cambio climático”, agrega.

Con esta técnica también se busca proteger al suelo contra la erosión. Para ello diseñaron un filtro, que es un pabellón formado con en el rastrojo de maíz y las ramas de los árboles, para reducir la velocidad de escurrimiento del agua y generar un depósito de sedimentos.

“En laderas donde la erosión hídrica del suelo es grave, se estima que con la tecnología convencional del campesino, por cada kilogramo de maíz que se produce se pierden hasta 35.5 kilos de suelo y con MIAF sólo son 400 gramos”, asegura José Cortés.

La técnica ya se implementa en la región mazateca, mixe y mixteca, en Oaxaca; en el municipio de Rayón y en la región de la reserva natural El Triunfo, en Chiapas; y en los Tuxtlas, Veracruz.

Reto: capital humano capacitado. Andrés Manuel López Obrador, presentó, a principios de octubre, su programa agroforestal “Sembrando Vida” que busca dar empleo a 400 mil campesinos y sembrar 1 millón de hectáreas en 19 estados, durante su sexenio. Podrán participar propietarios de tierras ejidales, comunales o pequeña propiedad; cada agricultor recibirá por parte del gobierno un jornal de 5 mil pesos mensuales mientras trabaje 2.5 hectáreas.

En México, 58% de la población rural vive en pobreza y 21% en pobreza extrema, de acuerdo con el último registro del Coneval. “Sembrando Vida” implementará la técnica MIAF pues busca garantizar la seguridad alimentaria del campesino y propiciarle mayores ingresos económicos.

“Es un programa muy ambicioso que de concretarse brindará mejores oportunidades para los pequeños agricultores. Permitiría el rescate de suelos y recursos citogenéticos que son propios de algunas regiones”, comenta Adriana Gutiérrez, doctora en Ciencias Agrícolas por la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Sin embargo, en todo el territorio sólo hay alrededor de 90 técnicos que dominan a detalle esta tecnología. La primera etapa del programa, que se realizará en 2019, tiene como objetivo inscribir a 220 mil campesinos y requerirían de, al menos, 8 mil 800 técnicos para socializar entre los agricultores la tecnología MIAF.

“En México hay buenos agrónomos pero una minoría llevó en su formación profesional capacitación de esta tecnología. Aproximadamente hay 90 especialistas que dominan esta técnica. Se requiere de una capacitación intensa”, puntualiza Turrent.

La próxima Secretaría de Bienestar Social será la encargada de administrar este programa y el agrónomo Hugo Chávez será el director técnico del programa. EL UNIVERSAL se comunicó con el equipo de Chávez para saber cómo será la capacitación de técnicos en el país pero no se recibió respuesta de parte de ellos.

En la primera fase del programa la cobertura geográfica será limitada: de los 212 municipios que tiene Veracruz sólo podrán integrarse agricultores de Córdoba, Papantla y Acayucan; en Tabasco la convocatoria está abierta en Balancán, Comalcalco y Teapa; de los 122 municipios que tiene Chiapas sólo estará disponible para Palenque, Ocosingo, Pichucalco y Tapachula; mientras que en Campeche será, exclusivamente, en la región de Xpujil, en el municipio de Calakmul.

La dinámica de trabajo de “Sembrando Vida” será a partir de la formación de Comunidades de Aprendizaje Campesina, integrada por 25 agricultores que recibirán capacitación de un técnico social, un técnico productivo y tres becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Para cumplir con el objetivo de integrar a 220 mil campesinos en la primera etapa, se tendrían que formar 8 mil 800 Comunidades de Aprendizaje y, mínimo, cada una con un técnico productivo que acompañe al agricultor en la implementación de MIAF

Para la doctora Adriana Gutiérrez, la técnica de MIAF es viable para las necesidades del campo mexicano pero alcanzar el objetivo de final del sexenio de sembrar un millón de hectáreas es incierto. “Primero necesitamos sociabilizar el programa y la técnica, cambiar el chip de lo que se venía haciendo con los pequeños agricultores. Es un proceso de capacitación a técnicos y campesinos, convencerlos de que tendrán mejores resultados”, señala Gutiérrez.

“Los beneficios de MIAF son claros pero hay que tener en cuenta que es una tecnología que requiere de un conocimiento amplío, su proceso de transferencia es complejo y de un largo plazo. No dudo que en el país haya suficientes agrónomos para impulsar este programa, en el Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas estamos abiertos a colaborar en una capacitación”, reconoce Turrent.

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