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La ciencia podría caminar a ciegas durante este sexenio. El Plan Nacional de Desarrollo (PND), que compareció el presidente Andrés Manuel López Obrador a principios de mes, sólo dedica cinco renglones para el sector de ciencia y tecnología: en el que no hay objetivos ni compromisos de lo que se quiere alcanzar en estos seis años para el desarrollo de la investigación científica en México.

Este escueto párrafo del PND representa un golpe más para la comunidad científica, después del recorte presupuestal de 12% al Conacyt (3 mil millones de pesos), monto menor al de toda la administración de Enrique Peña Nieto; la disminución de recursos para los Centros Públicos de Investigación; así como la falta de financiamiento para algunos programas de academias y sociedades científicas.

“Para el nuevo gobierno, la ciencia no está siendo una prioridad, al menos eso reflejan. Es preocupante y una ingrata sorpresa que uno no termina por entender porque por un lado suben a rango constitucional los beneficios del desarrollo de la ciencia como un derecho humano (en la Reforma Educativa), pero al mismo tiempo pasa desapercibida en el PND”, señala la doctora Gabriela Dutrénit, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

De acuerdo con el presidente de la Red Nacional de Consejos y Organismos Estatales de Ciencia y Tecnología (Rednacecyt), Alonso Huerta, “si se quieren alcanzar las metas de crecimiento económico, que tienen tasas bastante ambiciosas, se requiere de un impulso convincente a la ciencia, tecnología y su vinculación con el sector productivo”. Además de que los grandes proyectos de López Obrador, como el Tren Maya o “dinamizar el sector energético, no se pueden concebir sin un apoyo muy fuerte a la investigación”, añade.

El que no haya indicadores ni objetivos para ciencia en el Plan Nacional de Desarrollo “nos lleva, como sector, a una desorientación, se pierde la brújula y eso provocaría que lo que se invierta sea poco eficiente. Hay mucha incongruencia en este Plan, uno pensaría que hubo un error, una falta de coordinación entre Hacienda, la Oficina de la Presidencia y el Conacyt”, recalca Dutrénit.

El pasado 12 de marzo, el entonces director adjunto de Planeación y Evaluación del Conacyt, Rafael Bojalil, reveló, en una columna en un diario nacional, que la propuesta de este sector para el PND fue enviada con un día de retraso a Hacienda y fue “elaborada al vapor por dos personas sin formación científica, bajo la supervisión de la Directora General (María Elena Álvarez-Buylla)”, escribió Bojalil.

En ese mismo texto ya presagiaba que “la primera versión del PND carecía por completo de propuestas del sector de ciencia y tecnología”.

Para los especialistas, entre las metas e indicadores que se debieron trazar en el PND está el incremento a la inversión, que está planteada en la propia Ley de Ciencia; promover el desarrollo científico y tecnológico alienado a las necesidades del país; el fortalecimiento de las capacidades científicas a lo largo y ancho del territorio nacional; la formación de recursos humanos; y generar una mayor incidencia en los programa educativos para la enseñanza de la ciencia; entre otros.

Un poco de luz. El único elemento concreto que indica el Plan Nacional de Desarrollo es que Conacyt articulará un Plan Nacional de Innovación, aunque no detalla cómo.

“Es muy difícil saber qué resultados tendrá si no hay los mecanismos ni los indicadores para llevarlo a acabo. Está muy bien tener un Plan de Innovación, pero primero se debería definir, en un contexto más general, cuál es la política del Estado para desarrollar la ciencia y tecnología”, apunta el doctor William Lee Alardín, a cargo de la Coordinación de Investigación Científica de la UNAM.

“El desarrollo de la ciencia es un continuo entre la investigación básica, el desarrollo de las aplicaciones y la innovación tecnológica, no se puede hacer una sin la otra. Un Plan Nacional de Innovación desarticulado de la investigación básica tiene poco sentido”, agrega.

La designación para que Conacyt coordine el Plan Nacional de Innovación parece contradictoria debido a la postura que ha tomado la directora de este organismo, pues al principio de su administración satanizó al sector empresarial y canceló el Programa de Estímulos para la Innovación (PEI).

El 16 de enero, María Elena Álvarez-Buylla acusó de un desvió de recursos públicos por 50 mil millones de pesos a empresas transnacionales a través del PEI, sin embargo, hasta hoy, la directora no ha presentado ninguna prueba.

“Al retirar el financiamiento al PEI, Conacyt definió que no quería fomentar la innovación. En todos los discursos, la directora Álvarez-Buylla habla de las humanidades, la ciencia y la tecnología, borró la palabra innovación, no está en su radar y no es algo que quiera apoyar. Para ella, Conacyt tiene que ser otra cosa”, explica Gabriela Dutrénit, quien también es docente del Posgrado en Economía y Gestión de la Innovación de la Universidad Autónoma Metropolitana.

“La doctora Álvarez-Buylla tiene una diferencia conceptual de lo que es innovación, pero también tiene un problema operativo porque a su llegada desmanteló la Dirección Adjunta de Innovación. Aunque Conacyt tenga el interés de cumplir el mandato del PND ya no tienen un área especializada para atenderlo”, puntualiza la investigadora María Brenda Valderrama, presidenta de la Academia de Ciencias de Morelos.

En el anexo del Plan Nacional de Desarrollo, el objetivo 3.3 estipula que se debe “promover la innovación, la competencia, la integración en las cadenas de valor y la generación de un mayor valor agregado en todos los sectores productivos bajo un enfoque de sostenibilidad”, pero, de acuerdo con los especialistas, aunque esta visión es oportuna, se mantiene aislada de la investigación científica. “La generación de conocimiento y su posible desarrollo tecnológico debe estar articulado con el sector académico, empresarial y el sector gobierno. Si se desvincula uno de estos es muy difícil encaminarse a la innovación”, indica William Lee.

Según Brenda Valderrama, es apropiada la estrategia de promover la innovación desde la integración de cadenas de valor, pero son objetivos más encaminados para la Secretaría de Economía. “Hay un conflicto entre la dos entidades, por un lado la Ley mandata a la Secretaría de Economía el desarrollo del tema de innovación en colaboración del Conacyt. Mientras que el PND sólo instruye al Conacyt a desarrollar el Plan de Innovación. Nunca se ha hecho un programa de innovación aislado, se deben contemplar la ciencia, la tecnología y la innovación, son las tres en conjunto porque tienes que generar conocimiento, desarrollar tecnología y transferirlo a las empresas a través de la innovación”.

La última palabra. Esta semana, la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Cámara de Diputados llevó a cabo las primeras dos sesiones del Foro de Análisis del PND, donde los legisladores escucharon a la comunidad académica en busca de propuestas que puedan definir la versión final del Plan Nacional de Desarrollo. Los diputados tienen hasta el último día de junio para aprobarlo.

“Esperamos que este espacio de discusión sirva para incorporar mejores elementos y darle una presencia más importante a un tema tan fundamental para el desarrollo presente y futuro de México, como es la ciencia”, enfatiza Alonso Huerta.

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