El 2023 fue un año donde las presiones inflacionarias se sintieron sobre todo en los precios de algunos alimentos y servicios, y aunque conforme avanzó el año la tasa de inflación fue cediendo, en enero de 2024 se ubicó en 4.9%, aún por arriba del objetivo de 3% +/- un punto porcentual del Banco de México.

No obstante, la inflación subyacente, que mide a los bienes y servicios cuyos precios son más estables, continuó con su tendencia de desaceleración a inicios de este año pasando de 5.1% en diciembre a 4.8% en enero. En contraste, la inflación no subyacente, cuyos precios son más volátiles (incluye a los agropecuarios, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno) y sobre los que la política monetaria no tiene incidencia, repuntaron fuertemente, pasando de 3.4% en diciembre a 5.2% en enero.

El comportamiento de estos datos ha generado un debate sobre lo que podría hacer el Banco de México en sus próximas reuniones de política monetaria. El 8 de febrero, como se esperaba, Banxico decidió por unanimidad mantener la tasa de política monetaria en 11.25% por séptima reunión consecutiva, aunque con un ajuste relevante en la guía prospectiva. En esta ocasión, la Junta mencionó que “en las siguientes reuniones evaluará, en función de la información disponible, la posibilidad de ajustar la tasa de referencia”; sustituyendo la frase: “será necesario mantener la tasa de referencia en su nivel actual por cierto tiempo”.

Es claro que los riesgos para la inflación están sesgados al alza, Banxico así lo reconoce. En primer lugar, la brecha de producción de México seguramente seguirá siendo positiva; por lo tanto, un desempeño económico dinámico junto con una política fiscal expansiva podría seguir presionando la demanda agregada y, en última instancia, la inflación subyacente.

Además, mientras que el mercado laboral se encuentra apretado, el aumento de 20% al salario mínimo a partir de este enero se suma a un alza de 135% durante el periodo 2019-2023. Este incremento, de 207.44 a 248.93 pesos diarios en la mayor parte del país, y de 312.41 a 374.89 pesos diarios en la Zona Libre de la Frontera Norte, podría significar un alza de precios.

Con respecto a la inflación no subyacente, en línea con la tendencia reciente, podría continuar con presiones al alza influenciadas por condiciones externas como el clima o el escalamiento de los conflictos geopolíticos.

Para el Banco de México será elemental permanecer vigilante del comportamiento de la inflación. Sin embargo, para evaluar los próximos movimientos de la autoridad es necesario considerar la tasa de interés real ex ante, la cual descuenta la inflación esperada de los próximos 12 meses y que actualmente se encuentra en un nivel restrictivo alrededor de 7% (vs. el rango de neutralidad definido por Banxico entre 1.8% a 3.4%), lo que genera cierto espacio para comenzar a ajustar esta posición restrictiva en los próximos meses.

En GBM consideramos que el Banco de México podría comenzar a ajustar la tasa de referencia a partir de la reunión del 21 de marzo, con recortes de 25 puntos base en cada una de las juntas de política monetaria de este año, para una tasa a fin de 2024 de 9.5%. En este sentido, la postura de Banxico continuaría siendo restrictiva.

Claramente, las decisiones de Banxico serán dependientes de los datos de inflación; por ejemplo, antes de la junta de marzo tendremos tres lecturas adicionales, las cuales deberán de mostrar cierta tendencia de desaceleración para comenzar con el ciclo de flexibilización.

El efecto de la inflación y la política monetaria en las inversiones es algo que siempre se tiene en cuenta cuando se trabaja con el apoyo del asesoramiento financiero y en este sentido el as bajo la manga de cualquier portafolio es sin duda la diversificación.

Economista en jefe de GBM

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