Cualquier negocio que se genere con recursos públicos, ya sea en el , de servicios o en otros rubros, no es automáticamente bueno o malo sólo por el origen de su capital. De acuerdo con especialistas, su éxito tiene que ver con la manera en que se administra y con su capacidad de competir en el mercado.

Mientras que en Asia y Medio Oriente hay buenos ejemplos de empresas competitivas chinas, japonesas, vietnamitas y de países árabes, en gran parte de Latinoamérica la participación del Estado en el sector productivo no tiene tantas historias de triunfo, con algunas excepciones, aseguran los expertos.

México tiene una larga lista de empresas que en algún momento pertenecieron al Estado, como bancos, ingenios azucareros, telefónicas, ferrocarriles y de producción de fertilizantes.

Sin embargo, las que siguen en operación, como la Comisión Federal de Electricidad ( ) y Petróleos Mexicanos ( Pemex ), suelen registrar pérdidas en sus estados financieros.

Se prevé que el debate sobre las empresas públicas volverá a tomar fuerza, luego de que este viernes se presentó la propuesta de reforma eléctrica del gobierno del presidente López Obrador , que considera un control total del sector por parte de la CFE.

En esta administración se ha impulsado también Gas Bienestar , y se habla de la posible creación de Aerobienestar , un proyecto en el ramo de la aviación para aprovechar el hueco que dejaron Mexicana e Interjet .

El profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, Juan Carlos Moreno Brid , explica que hay empresas públicas muy buenas y otras muy malas, “lo que tiene que ver con la propiedad, eficiencia y la administración”.

Empresas del Estado: ¿Solución o ineficiencia?
Empresas del Estado: ¿Solución o ineficiencia?

Expropiaciones

Un aspecto es de quién es la empresa y otro cómo se gestiona o administra, pero puede haber quiebras tanto en organizaciones públicas como privadas. Así ocurrió con los ingenios azucareros que quedaron en bancarrota y que el gobierno compró en 2001.

En septiembre de ese año, la administración del presidente Vicente Fox expropió 27 ingenios azucareros, de los cuales 14 se devolvieron a sus dueños entre 2004 y 2011, y el proceso para volver a privatizarlos concluyó en el sexenio de Enrique Peña Nieto .

Para Moreno Brid, “Pemex fue una joya mundial, pero luego decidieron ahogarla”. Esos problemas también los puede tener una empresa privada manejada exitosamente por un empresario, pero fracasa al heredarla a la siguiente generación.

El experto menciona que hay actividades en las cuales es conveniente que inviertan los gobiernos, porque pueden implicar un alto riesgo para la inversión, y el sector privado puede estar renuente a apostar su capital en ellas, como por ejemplo, en el servicio de internet, el suministro de agua o servicios básicos a pequeñas comunidades.

Históricamente, el gobierno ha asumido el riesgo inicial en algunos casos, y luego traspasa el negocio al sector privado, por ejemplo, en la telefonía.

Sin embargo, el Estado ha tenido todo tipo de negocios, pues en el periodo de la gran privatización hubo incluso hoteles de paso propiedad de la nación.

El especialista Moreno Brid advierte que, si el gobierno desea crear una empresa, debe considerar cuál es su objetivo, pues si la genera sólo porque no le gusta el precio o la disponibilidad de un producto, en realidad se trataría de un tema de regulación.

“No tenemos un plan de desarrollo en serio. Las empresas públicas deben tener metas de muy largo plazo para corregir fallas del mercado y ver dónde conviene que entren y dónde no, porque lo que falta es talento gerencial. Hay que ver cuántos burócratas pueden ser capaces de ser buenos administradores de empresas”, recalca el académico.

El problema al crear una empresa pública es pensar que por sí misma va a resolver las fallas del mercado, señala el coordinador del Laboratorio de Análisis, Comercio, Economía y Negocios ( LACEN ), Ignacio Martínez .

“Debe participar la institución del Estado, la Comisión Federal de Competencia Económica para que regule esas fallas, pero no puede corregirlas creando otra empresa; ese es el error”, dice.

Competencia desleal

En el mundo hay petroleras que se administran como organizaciones privadas , pero en México se quiere arreglar un problema de precios creando una empresa estatal que opera con presupuesto y que no compite en igualdad de circunstancias con los privados.

“Son empresas de gobierno que compiten en el mercado, pero de entrada implican una práctica desleal, porque incluso si tienen pérdidas, no se van a la quiebra como una empresa privada. Ese es el vicio o el pecado con el cual estaría naciendo la empresa gubernamental”, precisa Ignacio Martínez.

Si un privado quiere abrir una empresa, le va a tomar meses lograrlo por más facilidades que se le ofrezcan, mientras que el gobierno puede hacerlo en cuestión de días.

El tema de la transparencia y rendición de cuentas también es clave para las empresas estatales, agrega Martínez, pues “no sólo hay una práctica desleal al abrirla sin pasar por trámites burocráticos, sino que se incurre en opacidad porque no se reporta cómo se hizo”.

Un ejemplo reciente es el de Gas Bienestar, resalta, pues habrá que esperar para conocer cuánto costó su creación en los reportes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ( SHCP ).

Otro caso del que también faltan detalles es el de CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos, agrega; el organismo que se creó dentro de la empresa eléctrica para lanzar un proyecto de conectividad para el país.

La gran diferencia entre las empresas públicas y privadas es que en México, las primeras operan con un presupuesto y costos de operación que pueden aumentar anualmente, y las otras operan de acuerdo con sus ingresos, explica el analista del sector energético, socio de Caraiva y Asociados, Ramsés Pech .

Otro problema de las empresas energéticas del Estado es que deben adaptarse a las nuevas condiciones del mercado, que exigen atender asuntos como el cambio climático, algo que requiere fuertes inversiones y presiona los gastos de operación.

Comenta que en el primer semestre de este año, Pemex tuvo pérdidas por 22 mil 933 millones de pesos, mientras que en CFE la merma totalizó 14 mil 73 millones de pesos. Por el contrario, las compañías privadas tienen que ser más eficientes y compiten para ser más rentables.

“Shell y BP disminuyeron inversiones el año pasado, mientras que Pemex las aumentó, porque no le importa perder”, destaca Ramsés Pech.

“CFE está teniendo problemas para suministrar la electricidad y hay apagones a cada rato. Si lo vemos operativamente, le faltan más recursos para que pueda atender la demanda”.

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