Bruselas.— La falta de suministro de componentes, incluidos chips de computadora y materias primas, es un problema del que no escapa la, potencia exportadora de productos con alto valor agregado.

La producción europea sufre las consecuencias de la escasez de materiales y equipos esenciales como semiconductores, siendo los más afectados los sectores automotriz, de equipamiento eléctrico, la construcción y el transporte, arrojó un análisis de Matthieu Depreter, especialista de Credendo, agencia belga de crédito a la exportación.

De acuerdo con Oxford Economics, las continuas interrupciones en la cadena de suministro ejercen presión sobre los, de manera que en septiembre la inflación en la Eurozona fue de 3.4%, nivel más alto en 13 años.

Impacto en el PIB

Las perturbaciones en la cadena de suministro, la escasez de chips y otros bienes han llevado al Instituto Leibniz de Investigación Económica de la Universidad de Múnich a recortar las perspectivas de crecimiento para Alemania, considerando que el Producto Interno Bruto (PIB) aumentará 2.5% este año, 0.8 puntos menos que en su previsión anterior.

“Salimos mejor de lo previsto de la recesión del Covid-19, la economía despegó antes de lo esperado, pero, debido a que despegó tan rápido, tenemos dificultades para poner en línea la cadena de suministro”, explicó Niclas Poitiers, investigador de Bruegel, think tank de Bruselas.

Los expertos consultados por EL UNIVERSAL coincidieron en que la crisis de desabasto es un problema coyuntural causado por la pandemia.

“Está relacionado con el Covid-19, porque muchas personas permanecieron en casa y no pudieron consumir, lo que generó un dramático aumento del ahorro en Europa”, sostuvo Óscar Guinea, economista del European Centre for International Political Economy (ECIPE).

Efecto en cadena

La industria europea además se ha visto perjudicada por las distancias para acceder a mercancías y a la feroz competencia para transportarlas desde China.

Igualmente, afectan las decisiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en los precios de los energéticos, así como los desajustes en las naciones productoras de bienes intermedios a causa de condiciones climáticas extremas y huelgas de trabajadores.

“Se habla de retomar la producción en Europa, como en el caso de los semiconductores. No sé hasta qué punto llegue a traducirse en políticas reales, pero nuestras empresas no serían internacionalmente competitivas de no estar integradas en las cadenas de suministro globales”.

En entrevista, Guinea señaló que la situación en Europa no es para encender las alarmas. “No es como en Estados Unidos, donde la noticia está en primera plana y el presidente Joe Biden llamó al puerto de Los Ángeles a trabajar 24 horas al día”.

“No quiere decir que no podamos seguir nuestras vidas, la mayoría de cosas relevantes siguen estando disponibles”, destacó.

De allí que no se espera que los fabricantes europeos se pongan a producir productos hoy traídos desde Vietnam, Corea del Sur o Taiwán para la industria local. Afirmó que es una opción altamente costosa y de gran riesgo.

“La lección para Europa es la de esperar y no tomar decisiones alocadas por un problema que puede resolverse en seis meses. La solución está en facilitar y no dificultar el comercio”, aseguró.

A fin de cuentas, cuando hay dependencia de un bien específico, ésta no sólo es de un lado; Europa necesita de los microprocesadores surcoreanos, pero Seúl no podría elaborarlos sin componentes europeos.

Los analistas de Credendo estiman que las interrupciones en la cadena de suministro disminuirán gradualmente durante 2022, “aunque cualquier tipo de revés podrían prolongarlas hasta 2023”.

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