Las recién filtradas conversaciones entre el panista Jorge Luis Preciado y su amante Isis Amaya Baltazar confirman que, a la hora de la hora, el candidato a la gubernatura de Colima no está tan en contra del aborto, como suele pregonar, pero a lo que sí se opone fervientemente es al derecho de las mujeres a decidir.

No tenemos que ir muy lejos para sospechar que, detrás de este escándalo, hay mano negra, sobre todo porque las elecciones en dicha entidad están a la vuelta de la esquina. Sin duda era una bomba que sus enemigos le tenían preparada a Preciado quien, para cómo están, se puso de pechito en tiempos como estos en los que todo se graba y trasciende. ¿Se perdonará a sí mismo su propia pendejez?

Anonymous Colima, quienquiera que sea, se encargó de exhibir a Preciado: desde sus propiedades y negocios hasta el supuesto uso del dinero de los gastos de campaña para satisfacer sus caprichos y los de Isis: obsequiarle un auto de lujo, hacer viajes en aviones privados. . . Semejante a lo que ocurrió en 2014, cuando se difundió el video de una fiesta en Playa de Venados, Jalisco, a la que acudieron legisladores panistas y bailarinas de table dance, ahora Anonymous Colima pone en evidencia la doble moral del senador panista, quien, como buen demócrata cristiano, se ha manifestado en contra del aborto (considerado delito en el Estado). Tal parece que el equilibrio se consigue al decir algo y hacer, precisamente, lo contrario.

No obstante, así como la voz denunciante hace señalamientos claros y necesarios, también muestra un sesgo que raya en moralina y falsos golpes de pecho: cuando hace énfasis en el estado de ebriedad de Preciado (que en una de las llamadas dice que está ante un tablero de ajedrez y una botella de Buchanan’s) o en la diferencia de edad entre el senador y su amante, cuando es que, a pesar de los 20 años de diferencia, ambos son adultos.

Lo que sí es que Preciado se exhibe como chantajista y macho, como cuando le confiesa a Isis que está haciendo un “intento sobrehumano” por serle fiel, pero, a la vez, le advierte que si ella estuviera con alguien tendrían un “problema gigante, mundial”.

‘’O sea, ni siquiera vienes. . . Estoy en problemas. . . Yo no soy así’’, dice la joven ante la negativa de él a acompañarla, y es cuando el panista esgrime su famosa máxima: ‘’Las pendejadas se pagan con seriedad” y advierte que, así como tiene una parte seria, tiene otra muy cabrona. . .

Todo este numerito muestra una dinámica de pareja que tiene como eje el poder: ese poder que se ejerce a través de la diferencia de edad, la jerarquía, el dinero, etcétera, y que orilla a una mujer a renunciar a un hijo o bien a tenerlo, según sea el caso, aun en contra de su voluntad.

Más allá de los diálogos, no podemos generalizar ni sabemos qué es lo que pasa por la cabeza de la joven: cuánto accede, cuánto finge, cuánto manipula. No sabemos nada. Tampoco viene al caso detenernos en cómo el panista y su novia se refieren a sus partes privadas o a su gustos sexuales: eso es propio de las parejas y el que esté libre de cursilería y cachondería en la intimidad, que arroje la primera piedra. No, no va por ahí.

Lo que sí se revela a través de esta mecánica de control y resignación (a acatar órdenes, a pasar por encima de sí) es: el que paga manda y las mujeres se compran, independientemente de si ello las hiere o somete o si, al mismo tiempo, las favorece o les conviene, las libera de cargas o responsabilidades.

No nos confundamos: el aborto forzado no es una decisión.

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