Hace  veinte años aprendí un poco de circo en la escuela de actuación, y hace 25 años tenía toda la facilidad para hacer freestyle con la bicicleta, subir y bajar rampas en patineta,  ya no digamos participar en competencias Karate  en combate múltiple. No había casi nada que no pudiera o aprendiera a hacer y creo que la razón más allá de tener o no capacidad era que no tenía miedo. Nada me daba miedo, una de las bondades, y a veces también desgracias de la juventud.

Pasan los años y esa persona que creía que podía hacer todo, va perdiendo credibilidad en  si misma. Los temores van tomando lugar en los espacios donde habitaba una energía  temeraria para hacer y deshacer.  Con el tiempo también la habilidad física se oxida un poco porque nos vamos haciendo prácticxs o algunxs también flojos. Buscamos la adrenalina  desde el sillón de la tele.  Perdemos asombro por las cosas y principalmente por nosotrxs.

Para mi sorpresa, un buen domingo jugando con mis sobrinas descubrí que lo que había aprendido hacía veinte años o más lo podía volver a retomar. Lo único que tenía que hacer era no darme por vencida en el primero ni en el quinto intento. Varias veces traté de malabarear tres pelotitas sin éxito, pero lo seguí intentando hasta lograr un buen show.  Después ellas querían que les enseñara a pararse de manos. Lo mismo, no pude al principio pero en unos cuantos intentos ya estaba haciendo vueltas de carro, parados de mano, arcos y demás.  Tan simples cosas pero que representan grandes barreras mentales. Pensé que no iba a poder pero sí pude, y así con todo lo demás.

Nos hacemos de ideas a veces demasiado fijas, de inutilidad, oxidación,  apatía mismas que merman la motivación para intentar las cosas nuevas o viejas.   Gran parte de nuestra capacidad física para hacer o deshacer está en nuestra mente. Lo comprobé ese día y lo compruebo cada día que veo a mi abuela de 90 años haciendo su gimnasia  mostrando mucho más flexibilidad  que la mayoría de las personas jóvenes que conozco.

Lo importante para no hacernos  “viejxs” siendo “jóvenes” es no dejarnos vencer por nuestra mente. No ponernos límites sin fundamento (ni con) que lejos de protegernos nos hacen más vulnerables y rígidos. No hay como saber que implica unos cuantos intentos volver a hacer lo que algún día aprendimos con facilidad o mejor aun, aprender cosas nuevas aunque en el presente no sea tan fácil.  El hecho de romper tus propios paradigmas e intentar cosas nuevas o viejas no importa, da una sensación de renovación y poder mental.

Cierto que el paso del tiempo afecta indudablemente, pero creo que lo hacemos más en la mente que lo que es en realidad.

Twitter @reginakuri

Google News

Noticias según tus intereses