La fuga de “El Chapo” es espectacular.

Es espectacular porque no se explica cómo ningún protocolo de seguridad del penal del Altiplano (el más seguro de México) pudo detectar que debajo de sus mismos cimientos, se estaba construyendo un túnel de 1.5 kilómetros.

La narrativa del secretario Osorio Chong sobre la fuga de “El Chapo” puede resumirse a que el penal de máxima seguridad hizo todo bien, pero el Chapo hizo todo aún mejor. Nada estaba fuera de lugar, salvo un túnel debajo del área de regaderas. Ningún protocolo de seguridad estaba suspendido, salvo las cámaras de seguridad que no podían grabar al Chapo mientras se iba a bañar. Los oficiales del penal ya han sido suspendidos y las investigaciones están en curso. Ese cuento ya nos lo sabemos. Una y otra vez la tesis de los “pistoleros solitarios”, o en este caso, de los “custodios traidores” llega a suplir los vacíos de información con los que la prensa parece acomodarse muy bien.

Es increíble la precisión técnica y la ingeniería tan sofisticada utilizada en la construcción de esta ruta de escape. Ahora bien, leo mucho en la prensa y he escuchado mucho también que las personas comentan lo impresionante que es la fuga por hacer parecer tan fácil algo que suponíamos imposible. Mucho se dice sobre la necesaria red de corrupción que debe haber existido (y que probablemente siga) entre los funcionarios encargados de velar por la seguridad del penal. Eso ha llevado a la destitución por parte del ex gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong, de funcionarios de medio pelo. El más alto hasta el momento ha sido el director del penal. Pero a ver, recapitulemos, ¿que la captura del propio criminal no fue así? Algo imposible que se hizo ver muy fácil. La red de corrupción (como la llamamos ahora) que pudo hacer que el Chapo se fugara, ¿no podría ser la misma red de complicidad que llevo a su detención en un primer momento? Un operativo conjunto de todas las dependencias encargadas de la seguridad en el país detienen al criminal más buscado del mundo mientras este estaba impávido esperando en un cuarto de hotel en Mazatlán. Lo que fácil llega, fácil se va. Sospechoso, ¿no?

Debe haber una comparecencia del Secretario de Gobernación para reivindicar que esta no es (sólo) una democracia mediatizada. El debate público fácilmente se apacigua cuando se emite un boletín oficial, acompañado de una declaración general y ambigua que es decorado todo con una imagen completamente intrascendente e inútil (así lo hizo la CNS el día de la fuga; así fue la declaración  del Presidente desde Francia; y así es la imagen de la Procuradora viendo el hoyo por donde Guzmán Loera salió en la casa abandonada en medio de la nada). Este modelo de bombardeo mediático fue utilizado por el PAN en el sexenio anterior. Abusando de las conferencias de prensa, los boletines y los reportajes en televisión en donde por falta de crítica y rigor dejamos pasar la necesaria confrontación, el sano disenso democrático y la urgente exigencia por resultados de un Poder a otro.

Debe haber comparecencia del Secretario de Gobernación y la comparecencia debe ser pública porque el Senado de la República no es una sucursal bancaria en donde se discutan secretos corporativos como tampoco es un salón de fiestas privada en donde sólo puedan entrar las personas por invitación. Es el Senado de la República, el Senado de la cosa pública. Si una afronta al Estado –tal y como el Presidente Peña llamó a esta fuga- no puede ser discutida y debatida a los ojos de ciudadanos de a pie, la afronta seguirá perpetuándose y será doble. No sólo el criminal se fuga de la cárcel con la necesaria complicidad de una amplia red de corrupción, sino que el Estado mismo ahora niega la posibilidad de discutir e identificar los errores institucionales que llevaron a que esta fuga sucediera. Tan arraigado está en nuestra cultura política pensar que la exigencia es una falta de respeto. Pocas veces vemos realmente un control político por parte de un Poder sobre otro. Creo que es momento de dejar de lado la cortesía y los protocolos ceremoniales para abrirle paso al debate.

Y mientras pasan los días, nos enseñan videos, y fotos, y abren tours para que la Procuradora y algunos senadores puedan ir y constatar que en efecto, la fuga es espectacular. Como diciendo, “vengan a ver y comprueben por si mismos lo tremendamente absurda que es nuestra historia oficial”. Van para constatar lo que ya es obvio: el poder del crimen organizado ha podido vulnerar ese espacio propio del Estado como ninguno otro: una cárcel.

¿Qué sigue? ¿Filtraciones de documentos que prueben que el CISEN y varios Gobiernos Estatales espían a los ciudadanos? Oh, no… Esperen…

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