Por Mercedes López Martínez,
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Cuando vas a comprar bebidas azucaradas o botanas para ti o tu familia, ¿te has puesto a pensar en la forma en que se producen esos alimentos? ¿Sabes cuáles son sus contenidos? ¿Lees las etiquetas y conoces lo que incluyen? ¿Has oído hablar de los productos genéticamente modificados que nunca aparecen en el etiquetado de México?

En la época actual y en una ciudad como la de México, donde las personas andamos siempre a las prisas por el trabajo, la escuela, las tareas del hogar y de cuidado, hemos optado por comprar botanas, galletas, jugos o refrescos de las tiendas cercanas, confiando en que, como dicen los comerciales, son nutritivas, sanas y una buena opción para aguantar el hambre o para darnos un gusto.

Sin embargo, la realidad es muy diferente, y lo anterior puede estar vinculado a mucho de lo malo que pasa en nuestro país. Si analizamos las etiquetas de dos productos industrializados muy consumidos en México encontramos cosas muy graves.

Análisis de Coca Cola y Cheetos
, una organización civil que analiza diversos productos en beneficio de la población consumidora, analizó el caso de una botella de Coca Cola de 600 mililítros, el refresco más consumido en México, y concluyó que por sus altos contenidos de azúcares(63 gramos equivalentes a 12½ cucharadas cafeteras), sodio (119 miligramos), y componentes como el Caramelo IV, un colorante asociado al riesgo de desarrollar cáncer, no es recomendable consumir Coca Cola de forma habitual ni para adultos y mucho menos para niños, ya que el consumo de bebidas azucaradas se asocia con un mayor riesgo para desarrollar obesidad o diabetes.

Además, el segundo ingrediente es un endulzante diferente al azúcar de caña, el cual podría ser jarabe de maíz o jarabe de maíz de alta fructosa, proveniente de maíz transgénico, que es altamente cancerígeno por el uso del herbicida “glifosato” en su cultivo. Los “Concentrados Coca-Cola”, nadie sabe qué contienen.  Puedes leer la radiografía completa de Coca Cola aquí:

Otra radiografía que vale la pena retomar, por ser una botana muy consumida son los Cheetos. De acuerdo con la radiografía de una bolsa de 48 gramos, que hace El Poder del Consumidor, uno de los componentes más preocupantes es el glutamato monosódico, el cual “interfiere con los centros de saciedad generando sobreconsumo”.

En síntesis, el estudio indica que el consumo de productos con la combinación de sabores de azúcar, grasa y sal es altamente adictiva. lo que favorece que las personas cada vez más se habitúen a dichos sabores.  La radiorgafía completa de Cheetos la encuentras aquí:

Y lo más preocupante es que este tipo de productos que afectan la salud y la economía de las personas, no sólo están presentes en la Coca Cola o los Cheetos, sino en el cereal que te comes o desayunan tus hijos, en las papas fritas, refrescos, jugos envasados, entre otros alimentos industrializados.


¿Qué hacer?
Organizaciones civiles han exigido al gobierno que el etiquetado sea accesible a toda la población, porque tal parece que necesitamos tener licenciatura en nutrición para entender los contenidos de los alimentos procesados.

Por ello, se ha pedido que se aplique el mismo etiquetado que Ecuador, donde se usa el sistema de semáforo, donde rojo es una advertencia de peligro por los altos contenidos de azúcares, sodio y grasas. Amarillo sería un alimento medianamente dañino y verde, implicaría que el producto es sano y nutritivo. O el de Chile, que utiliza un sello nutrimental para alertar al consumidor si el producto es alto en sodio, azúcares, grasas saturadas o calorías.

Otro problema que no es tomado en cuenta por el gobierno y que afecta al público consumidor es el posible uso de organismos genéticamente modificados en los alimentos. Sobre todo en el caso del jarabe de fructuosa de maíz, que si proviene de Estados Unidos, Brasil o Argentina, es genéticamente modificado, es decir, producido por laboratorios de empresas estadunidenses como Monsanto o Syngenta, que usan el herbicida glifosato, que es cancerígeno, como ha señalado la Organización Mundial de la Salud.

Diversas campañas en Estados Unidos han denunciado contenidos de glifosato en alimentos procesados como Cheetos, Pepsi Co, Naked Juice y avenas de Quaker () e incluso, han emprendido demandas por los daños a la salud y la falsedad o falta de información.

Por ello, infórmate, súmate a campañas para exigir alimentos sanos, frescos y de calidad y conoce sus contenidos y procesos de producción. Te invitamos a revisar las guias de alimentación sana: ¿Y tu… sabes lo que comes? Y Somos lo que comemos en la página web: , que se encuentran del lado superior derecho de la página, donde puedes bajarlas en formato pdf e imprimirlas.

Sobre todo, es importante ahora que sabes lo que contienen esos alimentos industrializados, que dejes de consumirlos y optes por botanas y bebidas tradicionales, naturales y sanos comprados en tianguis o mercados a productores/as locales.

Con ellos podrás preparar fruta picada o rallada con limón y chile; barras de amaranto; quesadillas de queso con champiñones sin grasa; palomitas hechas en casa, gelatina casera; nueces, pasitas, frutos secos, entre otras alternativas.

Y para beber, qué mejor que nuestra gran variedad de aguas tradicionales que son sanas, frescas y baratas. En esta época de calor tómate una rica agua de chía con limón, jamaica, frutas de temporada, con poca azúcar morena o mascabado.

O si no, tomar agua simple que puedes llevarte o tu familia en un frasco de vidrio o en un termo, que puedes llenar en el filtro de tu casa o en los bebederos del metro, para evitar gastar en botellas de agua que contaminan el medioambiente y afectan tu economía.

Así no sólo cuidamos nuestra salud y la de nuestra familia, sino también apoyamos nuestra economía y la producción de campesinos y campesinas de nuestras zonas agrícolas en la ciudad de México: Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan.

Y, lo que es importante, reduces la demanda de productos de esas empresas, debilitando poco a poco su motivación principal para permanecer en nuestro país: la ganancia, con lo cual les quitas también los motivos para invertir más y adquirir más tierras para producir más. Rechazando sus productos simplemente les quitas su razón de ser o los obligas a cuidar la producción y contenidos.

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