
No hay tranquilidad viviendo al filo de la navaja ni con la amenaza de sufrir aranceles so pena de cumplir los caprichos del vecino y socio comercial

No hay tranquilidad viviendo al filo de la navaja ni con la amenaza de sufrir aranceles so pena de cumplir los caprichos del vecino y socio comercial

La toma de posesión de Donald Trump nos demostró que las estrategias tienen límites y que nos acercamos o ya estamos viviendo la decadencia de nuestra era.

Los mexicanos nos hemos acostumbrado a que la polarización se sirve en cada plato de la mesa: desde el seno familiar hasta el Metro.

A diferencia de otros tiempos, en que lo catapultaron su audacia y su astucia, Trump asume en EU siendo más viejo y menos cuidadoso de las formas, sin importarle las consecuencias de sus dichos.

Dijeron que no serían iguales que los de antes y, en efecto, no lo son. Son peores. Por cínicos e hipócritas.

¿Cómo sabrán los juzgadores de los candidatos a juzgadores si estos son aptos, si no tienen nexos inconfesables? ¿Cuánto tiempo les bastará?

Aún no se cumplen dos meses del nuevo gobierno y ya se asoman corruptelas e impresentables que marcarán a la nueva administración.

¿Tantos miles de millones de pesos que se gastarán servirán de algo más que para legitimar un capricho y una venganza tropical?

La reelección de Rosario Piedra provocó una fractura temporal de la bancada de Morena, que se dividió en “Claudistas” y “Amlistas”, además de que se hizo quedar a la presidentA como si fuera una marioneta.

No bastó el gobierno de López Obrador ni lo que va de esta administración para despabilar a ese pueblo, embelesado por el canto de las sirenas de los beneficios de los programas sociales