Autopistas

Por qué amamos al Dodge Stratus

Recordamos por qué este auto conquistó el mercado mexicano en la década de los noventa

Por qué amamos al Dodge Stratus
17/01/2020 |14:37CARLOS CAVAZOS |
Redacción El Universal
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La crisis en 1995 impactó no únicamente por lo profundo de su severidad, sino por lo contrastante al discurso público del régimen imperante, que clamaba el rotundo éxito gracias su máximo dirigente. En ese entorno de desilusión, llegó a México Stratus , una opción que buscaba destacarse por modernidad, ante un mercado obsoleto y triste, pues en todo el mercado nacional sólo 226 mil vehículos se venderían ese año, de los casi 600 mil colocados en 1994.

Stratus

era uno de los autos con nombre de nube, y con un poco de imaginación, también con la forma de una, junto con sus hermanos Cirrus y Breeze, en conjunto basados en la plataforma JA del fabricante, y que ofrecía la distintiva configuración de cab-forward. Esta solución formal permitía una cabina más espaciosa sin necesidad de que las dimensiones finales tuvieran que ser correspondientemente desmesuradas.El trabajo de su diseñador, Michael Santoro, dejaría huella también en Jeep Wrangler y la oscura maravilla llamada Vector M12.

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Con motores 2.0 y 2.4 litros, las versiones SE y ES ofrecieron una propuesta intermedia, sin el consumo desmesurado de 6 u 8 cilindros, y sin la inconveniencia de espacio asociada a un compacto. Como se ha caracterizado históricamente esta marca, la suavidad de dirección y suspensión del Stratus lo hacían conveniente para viajes largos y uso en ciudad para recorridos prolongados.

Por qué amamos al Dodge Stratus

La gama en México se complementaría con la adición de la de motor turbocargado en 1998 que llegó a ofrecer hasta 225 caballos de potencia

Este tipo de unidad en México se encontrará muy ocasionalmente, gracias a la iniciativa de individuos particulares que lo importaron a nuestro país, algunos en forma lícita y otros no.

La segunda generación llegó en 2001, y el fin de su vida útil comercial llega en 2006, sin embargo, lo vemos aún en cada calle de México, pues la disponibilidad de refacciones, su natural durabilidad y la amplia capacidad de los mecánicos nacionales lo mantienen rodando, para beneplácito de sus poseedores, quienes les tienen un especial cariño y no desean bajarse de la nube.