Hace casi cuatro años, BMW presentó en México la nueva generación de su SUV mejor vendida a nivel global: la X3. En ese entonces, la variante de mayor equipamiento y poder se ofrecía ligeramente por encima del millón de pesos.

Para esas fechas, la marca hacía énfasis en su comunicación para explicar por qué la tecnología, equipamiento y potencia de este modelo justificaba su precio y, aunque ni periodistas ni mercado lo anticipábamos, esa cifra se normalizaría para modelos que hoy se quedan cortos contra las prestaciones que tiene la X3.

Hoy, la SUV mediana de BMW más equipada cuesta un millón 370 mil pesos y eso obedece a la inflación, el alza de precios generalizada y al hecho de que la marca alemana debe mantener sus productos como algo aspiracional y no como una ganga en el mercado.

Si bien había varios modelos que en esas fechas ya superaban la barrera del millón de pesos, se entendía que eran productos que habían nacido bajo un umbral de exclusividad innata a su existencia. Por el lado contrario, la BMW X3 era el primer producto que había evolucionado de la “generalidad” de los miles para utilizar ahora seis ceros detrás del uno.

Hoy, a nadie le sorprende enterarse de que la mayoría de los lanzamientos de las marcas premium superan este margen de precios. Sin embargo, lo verdaderamente desconcertante es cómo algunos productos de marcas de volumen empiezan a llegar a ese precio.

Tomemos como ejemplo a la Nissan Pathfinder que se vende en la actualidad. Hoy, este modelo, en la versión más equipada, cuesta 972 mil 900 pesos. A finales de año, habrá un cambio generacional, donde la tecnología, los materiales y la seguridad han mejorado por lo que sería lógico esperar que en su reajuste comercial este auto supere el millón de pesos.

¿Pagar más de 1 millón de pesos me garantiza un buen vehículo?
¿Pagar más de 1 millón de pesos me garantiza un buen vehículo?

Lo mismo sucederá con las eventuales renovaciones de las SUVs de tres filas y, si volteamos a ver el mundo de los eléctricos, encontraremos que la nueva Chevrolet Bolt EUV cuesta exactamente un millón de pesos y, por lo tanto, sería natural esperar que la Volkswagen I.D. 4 ronde por este mismo espectro.

La realidad es clara y, al parecer, inevitable: el mundo de los autos parece acercarse más al millón de pesos y a abandonar el margen de los 200 mil pesos, donde solo habitan un puñado de modelos que cumplen con la necesidad básica de transportarnos.

Frente a esta situación, vale la pena detenerse y analizar qué es lo que queremos por nuestro dinero y, si tenemos la posibilidad, por nuestro millón de pesos. Y es que esta cifra puede servirnos para adquirir un Jeep Wrangler, una o, bien, propuestas de verdadero lujo como el BMW Serie 4 o, si queremos un auto familiar, una Porsche Macan.

A ninguno de estos productos se le podría reprochar la calidad o el funcionamiento pues, en el caso de las marcas de volumen, representan lo que ellos presumen es lo más avanzado en tecnología y equipamiento.

Sin embargo, es muy fácil considerar que, debido al alza de precios de la actualidad, es “normal” o es el estándar pagar un millón de pesos por un producto como la Ford Edge o un , cuando es muy probable que encontremos algo con mejor calidad y mayor valor de reventa en ese estrato.

¿Pagar más de 1 millón de pesos me garantiza un buen vehículo?
¿Pagar más de 1 millón de pesos me garantiza un buen vehículo?

A final de cuentas, el dinero del consumidor (mientras sea bien habido) puede ser empleado de la manera que mejor le plazca. Sin embargo, desde una posición que busca brindar una honesta recomendación, invitaría a pensar dos veces el desembolso de un millón de pesos en un producto sin mayor análisis.

Y es que es probable que, por ese precio, podamos hacernos de algo de mayor calidad o, si buscamos detenidamente, podamos ahorrarnos una buena cantidad de dinero por un auto de prestaciones similares.

Vale la pena recordar que uno de los principios básicos del mercado es que, mientras el consumo de un producto se mantenga, sin importar sus variantes en el precio, quien lo ofrece lo incremente progresivamente. Resulta sorprendente e interesante encontrar en presentaciones de autos cómo los ejecutivos de marcas o distribuidores argumentan su estrategia de precios con la consigna “es que la gente lo paga”.