Washington.— Nancypili Hernández es una chicana (con raíces mexicanas) de San Francisco. Hace algo más de una semana, fue una de las activistas que se colgó en una grúa de construcción con un mensaje hacia la población estadounidense dirigido a la Casa Blanca: “Resist” (Resistir), una acción organizada por la asociación Greenpeace cinco días después de que Donald Trump se convirtiera en presidente de Estados Unidos.

¿Qué la llevó a hacer esa acción de protesta en el centro de la ciudad de Washington?

—Toda mi vida he participado en marchas, protestas, acampadas, proyectos de arte e incluso huelgas de hambre. He votado en el mismo barrio en todas las elecciones desde que cumplí 18 años. He firmado peticiones, trabajado por la justicia social y medioambiental, he ayudado a recaudar fondos por buenas causas.

Ahora, mientras nuestros medios de comunicación y cargos públicos nos instruyen que tenemos que aceptar un presidente ilegítimo que fue elegido por una minoría de los votantes, sentí la necesidad de llevar la protesta a un nivel superior: a más de 90 metros de altura en el aire, desplegando una pancarta sobre la Casa Blanca con un equipo de activistas comprometidos en resistir a la injusticia.

¿Podemos hablar del nacimiento de un movimiento activista en contra de Trump?

—Ese fin de semana, Washington DC vio a medio millón de personas en las calles protestando contra la toma de posesión. Tres millones de personas marcharon en varias ciudades, en la mayor oposición hacia a alguien que ha tomado posesión en la historia de la humanidad. En el tercer día de su administración, mandamos un mensaje fuerte a toda la gente que está diciendo que ‘No es mi presidente’.

Espero que con nuestra acción, y desafiando a nuestros propios miedos, podamos inspirar a otros que se sienten disgustados con este sistema para que se reten a sí mismos y pasen a la acción de todas las maneras que puedan.

¿Van a seguir realizando más acciones, entonces?

—He participado en acciones directas creativas y de desobediencia civil no violenta: las luchas por la justicia son largas y duran múltiples décadas, van a sobrevivir la vida de esta administración.

Nuestras acciones son para proteger las tierras indígenas de oleoductos que violan su soberanía, para proteger el agua potable, la educación pública, para rendir cuentas de corporaciones y políticos, para retar la violencia de Estado y para defender los derechos de las mujeres y los inmigrantes tendremos que hacernos más fuertes y unirnos más a medida que la represión aumenta.

Nuestra dedicación por la unidad y el compromiso con la justicia son la resistencia al miedo y al odio divisivo que se está proyectando desde esta Casa Blanca.

¿Tiene la sensación de que la población tiene ganas de seguir con las acciones de protesta?

—Me alentó la respuesta de tanta gente que corrió hacia los aeropuertos internacionales más cercanos por todo Estados Unidos días después de nuestra acción, cuando el “Trumposo” firmó una orden para detener a aquellos que cuentan con la residencia permanente (green card).

La gente se quedó toda la noche y bloqueó el acceso de los vuelos de salida hasta que todos los detenidos fueron liberados.

Esta resistencia a una política injusta fue un enorme acto de unidad y solidaridad, y le recuerda a la gente su poder para defender a nuestras comunidades de la injusticia.

¿Y usted?

—Yo continuaré enseñando a la futura generación de California el valor de la vida por encima de los beneficios económicos, y trabajando por la justicia social y medioambiental.

Sin importar cuán amable o desagradable parezcan nuestros presidentes, continuaré usando la acción directa no violenta para impedir que nuestros dólares de los impuestos sean usados para la guerra y para la encarcelación. Si [Trump] quiere construir un muro, lo echaremos abajo y continuaremos construyendo puentes.

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