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Abrazo tras abrazo, despedían a un médico y felicitaban a otro por su llegada a la Rectoría. Dos remolinos se formaron en el patio del Palacio de la Escuela de Medicina.

Casi todos los que le dieron la mano y estrecharon entre sus brazos al nuevo rector Enrique Graue hicieron lo propio con el saliente José Narro, quien en su rectorado (2007-2015) se caracterizó por ser el último en retirarse de los lugares donde se realizaban las ceremonias oficiales. Y esta ocasión, en su despedida como líder máximo, no fue la excepción.

Casi uno de los últimos abrazos, el más prolongado, se dio entre dos médicos, pero de apellidos distintos: Narro Robles y Graue Wiechers. “Felicidades otra vez”, le dijo el epidemiólogo al oftalmólogo.

Graue había recibido la venera de rector minutos antes en la sesión extraordinaria del Consejo Universitario. La insignia de oro la trajo colgada en el pecho en cada abrazo y en cada foto. Su familia lo acompañó. Una pequeña desde atrás de los camarógrafos y gente que quería felicitarle gritaba con su mano alzada: “¡Abuelo! ¡Abuelo!”.

La solemnidad se imponía en momentos previos. En los últimos 50 años cuatro de seis rectores han sido médicos: Guillermo Soberón, Octavio Rivero, Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles, y estaban ahí como testigos de la toma de protesta del quinto de la misma formación que dirigirá a la Máxima Casa de Estudios en el periodo 2015-2019.

Eran testigos también los 15 miembros de la Junta de Gobierno, incluido Óscar de Buen Richkarday, quien durante el periodo de votaciones para designar al rector se excusó para viajar a Seúl.

La ceremonia reunió a los actores importantes del proceso. Los nueve candidatos a la Rectoría que fueron entrevistados por la Junta de Gobierno en una de las últimas fases: Sergio Alcocer, Francisco Bolívar, Fernando Castañeda, Javier de la Fuente, Héctor Hernández, Juan Pedro Laclette, Leonardo Lomelí (próximo secretario general), Suemi Rodríguez Romo y Rosaura Ruiz se dieron cita y varios de ellos abrazaron a Graue y a Narro.

En su día, el nuevo rector llegó poco antes de las 8:30 a la ceremonia. A su paso se acercaban a saludarlo trabajadores, académicos, alumnos, varios de ellos con intención de presentarse, otros más con familiaridad al haberlo tratado con anterioridad. Buscaban tomarse las selfies.

A la oficina del rector ingresó Graue con su esposa Mercedes Hernández, los 15 integrantes de la Junta de Gobierno y el rector José Narro.

La sesión extraordinaria del Consejo Universitario se instaló. René Millán le tomó protesta a Graue, quien se comprometió a velar porque se respeten los derechos de la Universidad consagrados en la legislación.

Sonriente y sonrojado, el rector recibió la insignia de oro en su pecho. Con la venera en su cuello se dispuso a recibir los aplausos de casi 700 universitarios. Las primeras palabras de Graue como rector de la UNAM resaltaron el legado de la institución y el orgullo de su carácter público, laico, plural e indeclinablemente autónoma.

“Rendir protesta como rector de nuestra casa de estudios, y siendo la distinción más grande a la que haya podido aspirar, es también una emoción que es difícil de describir”.

Relató que “la vida ha sido muy generosa conmigo: me dio padres ejemplares a quienes querer y admirar, una mujer que me deslumbra y a quien amar, una familia de quien enorgullecerme; una educación privilegiada pública, una profesión que me ha permitido servir a los demás y una Universidad a quien entregarme y dedicarme con toda intensidad, ilusión, compromiso y pasión”.

Al final, el ahora ex rector Narro quedó atrapado por la multitud que llegó hasta el presidium. El patio de la antigua Escuela de Medicina estaba casi vacío; un fuerte abrazo fundió a Graue y Narro entre goyas. Fue Narro el último en partir, se quedó para su última foto con los trabajadores de TV UNAM.

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