El día 1 de julio los recién nacidos españoles dejarán de ser inscritos automáticamente con el apellido paterno como el primero. Los progenitores deberán ponerse de acuerdo y especificar cuál antepone

Si los padres no llegan a una decisión, el funcionario del registro fijará el orden “atendiendo al interés del menor”. Eso se traduce, de acuerdo con el Ministerio de Justicia español, en que dependerá de las malsonancias, o del carácter más original o minoritario de cada apellido. En casos irresolubles, se recurrirá a un sorteo o incluso al orden alfabético.

La medida pretende terminar con la histórica dominación del apellido masculino. Se trata de la aplicación de una ley aprobada en 2011 por el anterior presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, con la intención de “avanzar en la igualdad de género”.

Los españoles tenían ya desde 1999 la posibilidad de anteponer el apellido femenino si la pareja lo solicitaba, pero por defecto el que se privilegiaba legalmente era el del padre. En caso de que no se solicitara por mutuo acuerdo la opción del apellido materno, la ley disponía que el apellido del hombre debía ir delante.

“Nosotros inscribimos a nuestra hija en el registro en 2013”, explica la madrileña Raquel. “Fuimos juntos y no tuvimos problemas, pero unos días más tarde mi marido fue él solo a arreglar las prestaciones sociales de la niña, y la funcionaria que trabajaba allí no estaba familiarizada con ese punto tan poco conocido de la legislación e insistía en que aquello era ilegal. Tuvo que ayudar a mi marido otro funcionario que dominaba mejor la ley”.

Sin embargo, no es el único problema que ha tenido la pareja. En una ocasión la administración les denegó una beca escolar porque el primer apellido de la niña no coincidía con el de su padre.

Hasta ahora estos casos son minoritarios, pero avanzan a considerable velocidad. Según el Ministerio de Justicia, en 2016 hubo 2 mil 953 inscripciones con el apellido de la madre por delante, el doble que siete años antes.

Alicia Murillo asegura que a su hijo lo inscribieron con su apellido por una mezcla de sentimientos y activismo. “Todo en mi vida está teñido de sentido político, pero con el apellido del niño no lo hubiéramos hecho, si no fuera porque Murillo era más sonoro que el de mi pareja, y pensamos que quedaría más bonito. A mi apellido le tengo un especial cariño, y no quería que desapareciera”, explica esta actriz y músico de Sevilla.

Este debate no es ajeno a México. En julio del año pasado una juez de Puebla dictó sentencia a favor Jessica Reinah Serrano, una empresaria y madre soltera que quería que su hija Amelia llevara su apellido por delante del paterno.

Reinah y sus abogados citaron leyes locales, federales y tratados internacionales, y la juez les dio la razón a pesar de que la legislación de Puebla no especifica nada al respecto. La sentencia recordó que, a pesar de que lo usual en México es utilizar el paterno como primer apellido, ninguna ley puede imponer ese orden, que iría en contra de las leyes de igualdad de género.

Solamente tres estados ofrecen explícitamente la opción de privilegiar el apellido femenino: Yucatán, el Estado de México y Morelos. En el resto no hay una legislación precisa, pero se favorece por costumbre al apellido del padre.

Yucatán fue el primero en tomar esta decisión en 2013 para cumplir con los acuerdos internacionales sobre equidad de género. A pesar de ello, la cantidad de inscritos con el apellido femenino es anecdótica: 17 niños el año pasado, de acuerdo con El País.

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