El Papa lamentó hoy la “tragedia” de los niños soldado, que son arrancados a sus familias y a la escuela para enrolarse en conflictos bélicos, tras pedir por la paz en el Congo, Irak y Pakistán.
Tras el rezo de la oración del Angelus, asomado a la ventana de su estudio personal y ante miles de personas congregadas en la Plaza de San
Pedro, Francisco lamentó que siguen llegando a Europa noticias de enfrentamientos “brutales” en la región de Kasai Central, República Democrática del Congo.
“Siento fuerte el dolor por las víctimas”, exclamó y dirigió un pensamiento especial a los niños involucrados en los hechos violentos. Aseguró su oración por el personal religioso y humanitario que trabaja en esa difícil región.
“Renuevo un intenso llamado a la conciencia y a la responsabilidad de las autoridades nacionales y de la comunidad internacional, para que se tomen decisiones adecuadas e inmediatas para socorrer a estos hermanos y hermanas nuestras”, dijo.
Pidió rezar también por todas las poblaciones que, en otras partes del Continente Africano y en el mundo sufren a causa de la violencia y de la guerra.
Se refirió específicamente por las “queridas” comunidades de Pakistán e Irak, golpeadas por crueles actos terroristas en los días pasados.
“Rezamos por las víctimas, por los heridos y los familiares. Rezamos ardientemente para que todo corazón endurecido por el odio se convierta a la paz, según la voluntad de Dios. Recemos un momento en silencio”, añadió, y tras un minuto de silencio pronunció un Ave María en voz alta.
Antes, durante su reflexión dominical previa al Angelus, el líder católico habló sobre el rechazo a la violencia que propuso Jesús, el cual –explicó- puede incluir la renuncia a un legítimo derecho, como por ejemplo al poner la otra mejilla, ceder la propia túnica o el propio dinero.
Precisó que Cristo jamás pidió ignorar o contradecir las exigencias de la justicia, sino que enseñó la neta distinción que existe entre la justicia y la venganza.
“La venganza no es jamás justicia. Nos está permitido pedir justicia, es nuestro deber practicar la justicia, pero nos está prohibido vengarnos o fomentar en cualquier modo la venganza, en cuanto expresión de odio y de violencia”, señaló.
Reconoció que tomar esa actitud no es fácil y hacerlo no debe ser entendido como una aprobación al mal cometido por el enemigo, sino como una invitación a mirar las cosas en una perspectiva superior, en una perspectiva magnánima.
Recordó que aquel a quien consideramos enemigo también es una persona humana, e incluso nosotros mismos nos podemos volver enemigos cuando entramos en conflicto con nuestro próximo o nuestros familiares.
“¡Cuántas enemistados en las familias, cuántas! Pensemos en esto. Enemigos son aquellos que hablan mal de nosotros, que nos calumnian y actúan mal con nosotros. No es fácil de digerir esto. A todos ellos estamos llamados a responder con el bien, que también tiene sus estrategias inspiradas por el amor”, estableció.
cfe