San José.— Aunque hay añejas denuncias de que las prisiones de América sufren de hacinamiento y de condiciones infrahumanas, la realidad es que la saturación de los centros penales hemisféricos, desde Estados Unidos hasta Argentina, pasando por México, El Salvador y Colombia, desnudan una creciente e incontrolable presión penitenciaria continental.

El sangriento motín que estalló el pasado domingo en una prisión de Manaos, en el noroeste de Brasil, y que dejó al menos 56 muertos, volvió a encender las alarmas sobre la gravedad de los conflictos en los centros penales interamericanos.

“El problema surge por el abandono del Estado de su función y responsabilidad de mantener un mínimo control, orden y disciplina y proteger la dignidad básica de los reclusos en las cárceles” del continente, dijo José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, que monitorea la situación mundial de derechos humanos.

“Es tan fuerte el concepto de mano dura que a los políticos, no todos, les resulta lucrativo ofrecer mano dura ante la delincuencia, pandillas, crimen organizado, narcotráfico, y por mano dura se entiende colocar a los reclusos en recintos carcelarios, ponerle cerrojo a las celdas y olvidarse de ellos”, explicó Vivanco, a consulta de EL UNIVERSAL.

“Si algún político ofrece recuperar control de las prisiones puede ser ridiculizado por demagogos que dicen que no van a apoyar una iniciativa para transformar las prisiones en hoteles de cinco estrellas. Recuperar el control y construir más facilidades y recintos, porque la población [penal] crece, requiere de recursos y los que promueven un debate inteligente no llegan lejos, porque sus propuestas son desvirtuadas como mano blanda frente a la delincuencia”, precisó.

Excesos. El Centro Internacional para el Estudio de las Prisiones (ICPS por sus siglas en inglés), institución independiente basada en Londres, reveló que aunque México registró a julio de 2016 una capacidad de albergar a 209 mil 248 reclusos, su ocupación carcelaria ya era en ese momento del 111.6%, porque su población penal en 379 prisiones llegó ese mes a 233 mil 469 y a 192 reos por cada 100 mil habitantes.

Los más recientes datos del Centro sobre Brasil son de diciembre de 2014 pero revelaron que ese país, con 622 mil 202 presos y una tasa de 307 por cada 100 mil habitantes, tiene posibilidad de recibir 371 mil 884 reclusos, por lo que su ocupación sería del 157.2%.

Con cifras a noviembre de 2016, el ICPS mostró que Colombia también exhibió saturación. Con 120 mil 173 presos, a 293 por cada 100 mil habitantes y en 137 centros de reclusión, ese país sufrió una ocupación del 153.6%, ya que su capacidad es de 78 mil 246 espacios.

EU tiene capacidad para 2 millones 157 mil 769 presidiarios, pero el ICPS aseguró que, ya a diciembre de 2014, registró un total de 2 millones 217 mil 947 en 4 mil 575 centros penales, con 693 por cada 100 mil personas y una ocupación de 102.7%.

Uno de los casos más graves es El Salvador. Con 100 mil reos y 568 por cada 100 mil pobladores, en sus 25 prisiones puede mantener a 10 mil 35 pero tiene 36 mil 834, lo que equivale al 310.4% de ocupación.

En 228 establecimientos, Argentina tiene 69 mil 60 privados de libertad y 160 por cada 100 mil habitantes, con capacidad para 66 mil 239 y una ocupación de 103.3%.

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