La selección del presidente de Exxon, Rex Tillerson, como futuro jefe de la diplomacia en el gobierno de Donald Trump, ha generado polémica en Estados Unidos hasta el punto de que se ha puesto en duda que pase el trámite de ratificación en el Senado, aunque está bajo control del Partido Republicano.

Los estrechos lazos de Tillerson con Rusia y su presidente, Vladimir Putin, dispararon las alarmas de los conservadores, en un momento en el que las relaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin están al rojo vivo por los señalamientos de la CIA en el sentido de que el gobierno ruso habría intervenido en las pasadas elecciones.

“Tengo una seria preocupación con su nominación”, expresó el senador Marco Rubio, quien hace unos días dijo que no esperaba que un secretario de Estado de Estados Unidos fuera “amigo de Vladimir [Putin]”.

También mostraron su preocupación otros pesos pesados de la Cámara Alta, como Lindsey Graham y John McCain, quienes prometieron un examen detallado de la relación e intereses de Tillerson con Rusia antes de considerar la ratificación de su nombramiento como nuevo jefe de la diplomacia estadounidense.

“La relación de Tillerson con Putin será el tema más importante y los senadores republicanos van a hacerle preguntas duras sobre la relevancia de su experiencia para un trabajo político”, dijo a EL UNIVERSAL Steven Smith, experto en asuntos del Congreso de EU de la Washington University en St. Louis.

Añadió: “Pero Tillerson es inteligente y tendrá respuestas muy bien ensayadas que satisfarán a la mayoría de republicanos”.

A pesar de todo, Smith auguró que “lo más probable” es que el Senado lo confirme: en toda su historia ha confirmado más de 500 nominados para posiciones de gabinete, y solamente se rechazaron nueve; otros 12 fueron desestimados por el propio presidente tras una mala sesión de confirmación en el Capitolio.

Los historiadores se remontan hasta 1843 para encontrar un Senado de mayoría del mismo partido que el presidente que rechazara a uno de los nominados para un alto cargo.

Para muchos, la ratificación de Tillerson es un ejemplo de la intención de Trump de suavizar la tensión entre Washington y Moscú.

Sin embargo, eso es algo que no tranquiliza a algunos expertos como Walter Clemens, el profesor asociado del centro de estudios sobre Rusia y Eurasia de la universidad de Harvard. Para el analista, la relación entre Trump y Putin hace que el magnate sea un “peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos”.

Señaló que el hecho de que el presidente electo se rodee de personas como Tillerson, que también “confabulan” con Putin, no ayuda y podría “debilitar a Estados Unidos y también a sus alianzas globales”.

La designación de Tillerson era conocida desde el viernes, pero fue ayer cuando Trump la confirmó.

“Él será un defensor férreo y claro de los intereses nacionales vitales de Estados Unidos y ayudará a revertir años de política exterior errada y acciones que han debilitado la seguridad y la posición de Estados Unidos en el mundo”, señaló Trump a través de un comunicado difundido por el equipo de transición.

Tillerson, por su parte, difundió un mensaje en el que compartió con el presidente electo la visión de “restaurar la credibilidad de las relaciones exteriores de Estados Unidos y fortalecer la seguridad nacional del país”.

Nuevos nombramientos. En medio de estas dudas, ayer se filtraron dos nombres más que formarían parte del gabinete de Trump.

Para la Secretaría de Energía, que además de todos los temas de recursos energéticos está a cargo de lo relacionado con energía nuclear, el presidente electo estaría pensando en el ex gobernador de Texas Rick Perry.

Para el Departamento del Interior, dedicado principalmente a velar por los recursos naturales y culturales del país, el elegido sería el congresista Ryan Zinke, un ex soldado de las fuerzas especiales de la Armada de Estados Unidos (Navy SEAL) contrario a las políticas medioambientales de Barack Obama. Por la tarde, Trump anunció la designación de Stephen Miller —quien durante la campaña fungió como su principal redactor de discursos— como su asesor político.

Miller, de 31 años, fue asesor del senador Jeff Sessions, propuesto por Trump como su procurador general. La selección de Miller no necesita ser ratificada por el Senado. Con información de agencias

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