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Clientelismo para atrapar lealtades

Un niño en su caballo pasa junto a un cartel de propaganda del presidente-candidato Daniel Ortega y su compañera de fórmula y esposa, Rosario Murillo, en La Libertad (OSWALDO RIVAS. REUTERS)
05/11/2016 |01:55José Meléndez / corresponsal |
Redacción El Universal
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Managua.— El cóctel es sencillo: una gallina y un cerdo con semillas para alimentarlos, latas de zinc, cemento y otros bienes esenciales.





Como receta de subsistencia agrícola familiar, en especial de campesinos, es la fórmula de populismo político aplicado por Daniel Ortega y Rosario Murillo para ganarse el favor de millones de empobrecidos nicaragüenses y estar en las postrimerías de una campaña electoral como inminentes vencedores de los comicios generales de mañana en Nicaragua, para gobernar por otros cinco años a partir de 2017, en un tercer periodo consecutivo desde 2007.

“Es puro clientelismo y asistencialismo que se entrega de manera selectiva y excluyente como un regalo personal y por gracia de la pareja (presidencial)”, dijo la socióloga nicaragüense Sofía Montenegro, directora del (no estatal) Centro de Investigaciones de la Comunicación, de Managua. “Está comprobado que va orientado a [obligar a la fidelidad a] sectores del ‘orteguismo’”, explicó a EL UNIVERSAL.

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Los mecanismos, añadió, “no son sostenibles, porque la llamada ‘economía de patio’ [el cerdo, gallinas] compite con la alimentación de las familias, porque tienen que compartir el maíz. Suelen terminar comiéndose los animales o vendiéndolos. No es sostenible ni saca a nadie de la pobreza”.

El clientelismo atrapa lealtades para la poderosa maquinaria electoral del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), con Ortega como candidato a la presidencia y Murillo a la vicepresidencia, y para sus aspirantes a legisladores, lo que permitirá al oficialismo amarrar controles de la Asamblea Nacional.

La estructura es aderezada con los peculiares mensajes radiofónicos y televisivos de Murillo, coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía. “El comandante Daniel nos orienta” a trabajar y avanzar “decididamente contra la pobreza, para alcanzar esa Nicaragua que todos soñamos, que todos queremos, libre de pobreza”, dijo el jueves anterior.

Aunque el equipo Ortega-Murillo es seguro ganador mañana, con las principales fuerzas opositoras impedidas desde junio pasado de competir en los comicios por líos judiciales, la realidad económica de Nicaragua amenaza la posibilidad de mantener y prolongar los cócteles del clientelismo.

Rangos de miseria. Como la segunda nación más pobre de América, precedida por Haití, cifras oficiales mostraron que 70% de los 6.3 millones de habitantes de Nicaragua sufre variados rangos de miseria. Las fuentes de empleo escasean —de cada 100 personas en edad de trabajar, 79.6% integra la economía informal y 20.4% está en la formal y con bajos sueldos— y se necesitan dos y medio salarios para cubrir el costo de la canasta básica.

El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), que bajó de 6.2% en 2011 a 4.6% en 2014, fue de 4.9% en 2015, según datos oficiales, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó en abril pasado que 2016 cerraría con 4.5% de incremento.

Por el “modesto” rango de producción por habitante y la merma de los flujos por la crisis en Venezuela, el economista nicaragüense Arturo Cruz, embajador de Ortega en Estados Unidos de 2007 a 2009, advirtió en una entrevista con el programa Esta Semana, de la televisión nacional, que “ya la expectativa de la gente es cada vez mayor”.

“Ya no puedes satisfacer solamente con láminas de zinc”, explicó. “Ya las exigencias son otras”, como la legitimidad institucional, alertó.