Los Ángeles, California.— Estados Unidos se encuentra en una campaña electoral que se centra en la personalidad de un candidato “fuera de pista” y, sin importar el resultado, esto ha puesto los reflectores en la crisis del sistema político estadounidense, considera el doctor Roberto Suro, catedrático de la Universidad del Sur de California, director del Instituto Político Tomás Rivera y ex director del Pew Hispanic Center.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Suro plantea que después del 8 de noviembre se sabrá si el discurso hostil del candidato republicano, Donald Trump, en materia de migración, ha tenido influencia sobre la gente.

Estados Unidos vive el mayor cambio demográfico de su historia. Que no hay una adaptación generalizada a ese cambio se ha hecho evidente durante la campaña de Trump. Ha convertido a los inmigrantes mexicanos en el chivo expiatorio de todos los descontentos sociales en Estados Unidos.

—Estamos a casi 50 años del periodo de un fuerte crecimiento de la inmigración que en los últimos años no ha sido una causa de mucha ansiedad pública, no ha sido un tema de grandes batallas a partir de argumentos y políticas nativistas.

Hasta hace poco, se podía pensar que la tendencia era que el país había aceptado este cambio sin un gran episodio de rechazo. Lo que es difícil saber es si lo que hemos visto a lo largo del último año y medio es una excepción o es una tendencia. Hay una parte significativa del electorado que si bien no piensa negativamente hacia los inmigrantes latinos, y si bien no le interesa en comparación con otras cuestiones de política pública, sí está dispuesta a aceptar la retórica negativa de Trump.

Hay una contradicción, entre una cada vez mas amplia aceptación de los estadounidenses respecto a los nacidos en otros países y una creciente oposición en el discurso político de un candidato hacia los inmigrantes.

—Aun si pierde la elección Trump, una de las preguntas que sigue es cuál es el significado de que un 40 ó 40 y tantos por ciento de los votantes en EU se sienten cómodos apoyando a alguien que conocían y que tenía esta visión en contra de la migración, mientras ellos no la tenían.

Todas las encuestas han señalado que la mayoría de la población no apoya la política de deportaciones, no apoya la construcción de una muralla en la frontera. Una mayoría clara durante algún tiempo, en diversas encuestas, ha expresado apoyo hacia una legislación que permita que la gente que está aquí indocumentada, pueda obtener la ciudadanía en algún momento. Pero, al mismo tiempo, una parte importante del electorado apoya a quien propone las deportaciones y la muralla como políticas que llevará adelante de ganar la presidencia. De manera que no sabemos si el discurso de Trump durante su campaña ha creado una atmósfera que va a seguir siendo hostil hacia los inmigrantes porque existe un malestar social, o bien si pasada la elección disminuirá.

Si ganara Trump la elección del 8 de noviembre, será otra historia. Pero, si perdiera, ¿qué tanto permanecerá el rechazo a la inmigración? Eso es lo que no sabemos. O sea ¿qué influencia tiene ese discurso sobre la gente, permanente o transitoria? Uno pensaría que quienes apoyan ese discurso contra los inmigrantes, en el fondo lo estaban pensando, sin decirlo: “Sería mejor que no hubiera tanta gente diferente”. ¿O simplemente que les cae bien que lo diga?

Un antecedente a considerar en el discurso antiinmigrante son las leyes antiinmigrantes que empezaron en Arizona y siguieron en otros estados, alrededor de 18...

—Esas leyes casi todas fueron revertidas. Cuando se promulgó la Ley de Arizona en 2010 se estaba iniciando otra etapa. También el fenómeno de Trump se desarrolla cuando crece la aceptación de la inmigración.

Al margen de la política, la inmigración es cada vez mejor aceptada, gran parte del país se ha acostumbrado a vivir con la inmigración, y no ha sido el fin del mundo. El GOP tiene el candidato más divergente de su política.

—Esta elección está más allá de la ideología y la política y se centra en la personalidad de este candidato. Es muy poco frecuente en EU ver un candidato que está fuera de las normas de la democracia y la gobernanza en este país. Normalmente la democracia aquí funciona porque todas las opciones quedan dentro de un marco muy pequeño al centro. No es un país donde haya grandes debates ideológicos, no hay una tradición revolucionaria, es un país muy conservador.

Hace mucho tiempo que no hay un candidato como Trump, tan fuera de pista. Imagínate que Barack Obama parecía un candidato radical y diferente cuando fue elegido, y es muy del centro. Es una persona de mucha calma, con un tipo de liderazgo muy pensado, no hace nada radical, habla de una manera muy calmada. Esta elección es una excepción. Es imposible saber si Hillary Clinton va a ser elegida. Bueno, veremos qué pasa, si estamos viendo el principio de algo o una locura pasajera.

El otro tema es la política comercial de Estados Unidos, los tratados internacionales, entre ellos el TLCAN con México y Canadá.

—En materia comercial, es muy difícil pensar en que pueda haber un aislamiento. El libre comercio es distinto de la migración, en el sentido de que del lado demócrata hay una posición que es algo similar a la política de Trump, ahí está el fenómeno de Bernie Sanders.

Del lado progresista de la política americana, hay una posición de que el libre comercio ha sido un mal negocio. Sumando la base de Trump y la base de Sanders estaría llegando a un 60% del electorado que ha dicho este año que basta con esos tratados. Y Clinton ha cambiado su posición 180 grados.

Hillary ha dicho que hará una revisión del TLCAN

—Ahora lo tiene que decir, y si es electa sabemos que hay un grupo de demócratas potentes que van a empujar para un cambio en la política en relación con el comercio internacional, mucho más proteccionista y creo que esa tendencia va a seguir sea Clinton o sea Trump. Es muy difícil saber cuando uno cambia las reglas del juego el impacto que va a tener. Vamos a ver para México un momento muy decisivo en las relaciones con Estados Unidos.

Esta elección lo hace mucho más complicado, porque se ha desarrollado una hostilidad política que ahora va a influir. Y también del lado mexicano, tener un presidente que está al fin de su sexenio, muy débil…

En Estados Unidos hay una elección difícil, y hay preocupación en muchos países por las características de esta elección y la crisis política. Pensemos que puede ser que no gane Trump. Pero prevalecen muchas interrogantes sobre lo que ocurra internamente.

—Empezando con lo interno, un partido político se está deshaciendo de día en día. Y el otro está bastante dividido. Al centro del sistema político de este país enorme y poderoso, la incertidumbre es a nivel del foundation del edificio porque no hay manera de hacer un manejo sencillo del gobierno. No tienes dos partidos que puedan trabajar juntos. Y ya son varios años en que poco se puede hacer…

Ahora no es sólo que esos dos partidos están combatiendo, sino es que están fracturados internamente. Es fácil no valorar suficientemente el papel que juegan los partidos políticos en que este país se pueda gobernar.

Son instituciones fundamentales y uno les pone atención sólo cada cuatro años en las convenciones, lo que parece un poco ridículo. Dos instituciones tan importantes fracturadas, el GOP fracturado, el Partido Demócrata está dividido. En la mejor situación, EU va a tener algunos años de reparación política.

¿Turbulencia política y reparación?

—Va a ser difícil. Ahora las batallas políticas en EU están muy reducidas y hasta calmadas porque se trata de una elección entre dos candidatos y se va a resolver un día fijo. A la media noche del 8 de noviembre todo mundo va a saber cómo esto terminó. La tarea mucho más grande y más difícil continuará durante un periodo mucho mas largo. Los problemas del sistema político no se van a resolver con esta elección, no importa quien gane.

Lo acontecido ha colocado los reflectores sobre la crisis del sistema político que está fracturado y muy débil en ciertos sentidos. Porque no hay acuerdos sobre el ejercicio del poder. El presupuesto federal sale todo de la Cámara de Diputados. Y los problemas no se van a resolver ni en enero, ni en febrero, ni en marzo. El verano próximo todavía vamos a estar en situaciones muy difíciles.

Estados Unidos es un país que ha estado en guerra por 15 años, que ha tenido 10 años de dificultades económicas y que está procesando todavía un cambio demográfico enorme.

Y con las incertidumbres en el exterior, más la incertidumbre económica e incertidumbre cultural y racial ya es suficiente. Y con todo eso: un sistema político que está fracturado con un mecanismo que no está en pista, está fuera de equilibrio, hay bastante para estar preocupado.

Fundamentalmente por ser el país que es Estados Unidos: la primera economía del mundo, nuestro vecino, con el que tenemos la mayor relación económica, el país más poderoso militarmente, más involucrado en las relaciones internacionales, entonces…

—Pues si es tu vecino, que es tan grande y está un poco loco, debes estar preocupado.

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