Madrid.— El conservador Mariano Rajoy será investido presidente de España a finales de esta semana, gracias a la abstención acordada el domingo por el Partido Socialista (PSOE). Sin embargo, no todo el instituto político apoya esa decisión, y acudirá al Parlamento dividido ante la votación de investidura.

Gracias al apoyo de Ciudadanos, Rajoy sólo necesita que 11 diputados socialistas se abstengan para ser investido, pero la dirección del PSOE apela a la disciplina interna para que sus 84 representantes voten en la misma dirección y terminen con los 300 días que España lleva sin presidente. Los siete parlamentarios del PSC (formación catalana asociada al PSOE) ya han dicho que nunca cederán su voto para que gobierne Rajoy.

Se han alineado en el mismo sentido varios diputados cercanos a la anterior dirección, que fue depuesta a principios de octubre por una rebelión de líderes regionales enfrentados a Pedro Sánchez.

El analista José Antonio Zarzalejos avisa del peligro de que el PSOE y el PSC se divorcien si la dirección responde sancionando o expulsando a los diputados que no cumplan sus órdenes. Calcula que a los siete rebeldes de Cataluña se les podrían sumar entre cuatro y ocho insumisos más.

Jesús López-Medel, ex diputado del PP y una de las voces más críticas con la corrupción sistémica revelada en su antiguo partido, alerta de las consecuencias que puede tener para el PSOE la abstención. “Los votantes del PSOE son más críticos, y para ellos va a ser muy duro que su partido apoye al gobierno de Rajoy”, considera.

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