Pese a la férrea oposición de los taxistas y la falta aún de un marco legal, Uber arrancó hoy en Puerto Rico, donde sus directivos aseguran ayudará a crear empleo, aumentar las alternativas de transporte y reducir la siniestralidad en las carreteras.
"Estábamos pendientes a un mercado tan importante como Puerto Rico porque creemos que hay muchas necesidades de movilidad", explicó este lunes a Efe Luis de Uriarte, director de comunicación de Uber para México, Centroamérica y el Caribe.
Con Puerto Rico, son ya 70 países y territorios donde tiene presencia esta empresa californiana, que conecta a través de una aplicación móvil a particulares y propietarios de vehículos dispuestos a transportarlos.
Desde las 10 de la mañana Uber empezó a ofrecer hoy sus servicios en San Juan de forma gratuita, para que los usuarios lo conozcan.
"Era cuestión de tiempo" que Uber se instalara en la isla, donde, según apuntó De Uriarte, ofrecerá una nueva fuente de ingresos a miles de puertorriqueños, en una isla que lleva más de una década sumida en una recesión económica y que sufre el mayor éxodo poblacional de su historia moderna.
Además, dijo que esta plataforma ofrece una alternativa de transporte para quienes salen de noche y consumen alcohol, lo que ayuda a reducir la siniestralidad en las carreteras. Según sus datos, en Tampa (Florida, EU) se notó una reducción del 30 % con la llegada de Uber.
Pese a las protestas por parte de los taxistas locales, que critican que la compañía no se someta a los mismos controles que este colectivo y que haya empezado a operar sin que se haya aprobado un reglamento que regule su actividad, apuntó que "lo importante es que ya estamos en condiciones de ofrecer este servicio".
Hasta el momento, unos 8.000 puertorriqueños ya han sido registrados como chóferes de la empresa. Uno de ellos es Ramón Rivera, que, según explicó hoy a Efe, vio en Uber "una oportunidad secundaria para generar más ingresos por cuenta propia" que le ayudarán con los 450 dólares mensuales que debe pagar por su auto nuevo.
Rivera explicó que para certificarse como chófer de Uber tuvo que entregar a la compañía una copia de su licencia de conducir, de la de su auto, de su póliza de seguro y de su historial como conductor (emitido por el Departamento de Transportación y Obras Públicas), y fotos de su vehículo.
Uber verificó si tenía historial criminal o si formaba parte de algún listado de abusadores sexuales, entre otros datos de seguridad.
"Decidí meterme por la misma razón que lo haría cualquier persona, pienso yo, por dinero. Las cosas están malas y, aunque estoy mejor que muchos que ganan el mínimo, mi sueldo de 10 dólares la hora no da para mucho en esta economía", admitió el joven de 25 años, que trabaja en un medio de comunicación.
"Jamás dejaré mi profesión principal. Amo mi trabajo y es lo que sé hacer y lo hago bien, pero sufro lo mismo que muchos aquí en la isla: la paga es muy baja para el alto costo de vida. Y es ahí donde Uber se supone me ayude", añadió.
Además, no cuenta con un contrato fijo, lo que "añade un grado de incertidumbre a la hora de mantener el empleo y aumenta gastos como el plan médico o el seguro social".
"Tengo auto nuevo, el tiempo, la necesidad y las ganas de ganar más dinero para pagar el préstamo estudiantil, las tarjetas de crédito y los 'gustitos' del fin de semana. Uber cayó como anillo al dedo", añadió Rivera, quien dijo que hoy Uber regaló 80 dólares a todo conductor que trabajara cuatro horas o más.
Como en muchos otros lugares, la llegada de Uber a Puerto Rico no ha estado exenta de opositores, entre ellos los taxistas e incluso la Comisión de Servicio Público (CSP).
El presidente de la CSP, Omar Negrón, ha amenazado con acudir a los tribunales para solicitar una orden de cese y desista contra Uber por empezar a operar sin que esté vigente la debida reglamentación.
"Una cosa es ser ilegal y otra cosa es no estar regulado, y Uber cae en la segunda categoría. Es normal que la tecnología y la innovación vayan por delante de la regulación", defendió al respecto De Uriarte.
msl