Emiliano Fittipaldi (Nápoles, 1974) es uno de los periodistas de investigación más sólidos y controvertidos de Italia. Trabaja en el semanario L’Espresso y ha sido premiado por descubrir secretos de las finanzas y la política. Ahora está ante un tribunal del Vaticano por las revelaciones de su libro Avaricia (Foca, 2015) sobre la Iglesia. Es sobre este proceso que responde a las preguntas de EL UNIVERSAL por correo electrónico:
¿Qué métodos delictivos se le acusa de haber utilizado para obtener la información?
-El Vaticano me juzga según leyes contra la revelación de informaciones que puedan poner en riesgo su “Seguridad nacional”. También por presiones a una supuesta fuente, el prelado Lucio Vallejo Balda. Es una mentira colosal: Balba me dio los documentos voluntariamente. La fiscalía no tiene pruebas y Balda niega las amenazas.

El juicio tiene cierto un inquisitorial.
-La Inquisición iba en serio. Este proceso es ridículo, kafkiano. No se respetan los derechos de la defensa como en cualquier país desarrollado: tuve los cargos sólo unas horas antes de entrar al tribunal. Y el Vaticano ha filtrado información privada de Balda y Francesca Chaouqui innecesaria. Es una caza de brujas.
¿Y en qué puede ayudar este proceso al Vaticano?
-Creo que el juicio es un error y que el papa Francisco fue mal aconsejado. Sólo querían distraer la atención pública de las acusaciones del libro.
¿Su libro tendrá impacto sobre los excesos de la Curia?
-Responderé con dos noticias. Tras la publicación de Avaricia y es escándalo de la “factoría de santos” que revela, Francisco cambió el sistema de canonización. Santificar a alguien puede costar 500 mil euros; ahora se modificará para que las congregaciones menos ricas tengan oportunidades. En mi libro también documento que el hospital Bambino Gesù dio 420 mil euros al cardenal Tarcisio Bertone para que reformara su casa. Gracias a esta revelación, el Vaticano ha abierto una investigación, pero en ella no está el cardenal. La Curia sigue siendo intocable.
¿Avaricia ayuda a los planes reformistas del papa o los perjudica?
-Francisco siempre ha dicho que quiere combatir la corrupción y que busca una Iglesia pobre para los pobres. Mi libro habla de mala gestión y corrupción con nombres y apellidos. No veo cómo puede amenazar su reforma. Puede usarlo como un mapa de la corrupción vaticana.
¿Fue una prueba de debilidad que Francisco no publicara en 2014 los informes que le entregó la comisión que él nombró sobre corrupción?
-Creo que la Iglesia en estos 2000 años ha preferido lavar la ropa sucia en casa, pero yo soy un periodista y debo contarlo.
Usted afirma que más de una docena de fuentes le dieron información. ¿Por qué hay tanta gente interesada en revelar estos secreto?
-Bueno, tuve que ir a buscarlos, algunos dentro y otros fuera del Vaticano. Tenían motivaciones distintas: denunciar a superiores corruptos, simple venganza... Pero la información apunta en una dirección, y sólo si los creyentes saben lo malo que ocurre en el Vaticano la reforma podrá triunfar. El papa está empezando su proyecto y los resultados son magros, pero hace falta tiempo y paciencia.
¿Las instituciones internacionales deberían condenar el trato del Vaticano a la libertad de prensa?
-Tendrían que presionar para que su legislación se abra, porque no protege el trabajo de los periodistas.
¿Y si es usted condenado?
-Creo que seré absuelto. No hay pruebas contra mí; sólo hice mi trabajo. Incluso si me condenaran, no creo que el Vaticano o Italia me arresten: sería un escándalo internacional de dimensiones bíblicas. Equipararía el Vaticano con Erdogan en Turquía.
¿El Gobierno italiano le apoya?
-No se ha manifestado. La Iglesia tiene una influencia enorme en Italia, y el Gobierno no quiere molestar a quien puede decidir unas elecciones. Los periodistas a menudo también son cercanos a la Iglesia. El proceso se está transmitiendo con mucha subjetividad, si no desinterés.
¿Francisco está teniendo éxito en reducir el peso de la Iglesia italiana, responsable de mucha de la burocracia y la corrupción vaticana?
-Francisco está intentando cambiar cosas, creo que sinceramente. Pero como jesuita es más moderado en sus acciones que en sus palabras. El papa es un líder mundial. Su mediación entre EU y Cuba fue excelente, o con la Iglesia ortodoxa rusa. En Roma es más difícil: los enemigos de Francisco en la Curia son muchos y muy poderosos.