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J. Jaime Hernández. Agenda Washington

Si sólo le hiciéramos caso a las encuestas que miden las expectativas de victoria y derrota en las primarias del partido republicano mañana martes, el magnate Donald Trump ya le ganó al senador Marco Rubio en Florida

Foto: Xinhua
14/03/2016 |10:06J. Jaime Hernández / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Si sólo le hiciéramos caso a las encuestas que miden las expectativas de victoria y derrota en las primarias del partido republicano mañana martes, el magnate Donald Trump ya le ganó al senador Marco Rubio en el Estado de Florida y se encuentra en un muy reñido final de foto con el gobernador de Ohio, John Kasich.





La encuesta de la Universidad de Quinnipiac asegura en su última medición que Donald Trump ha consolidado su ventaja en Florida con un respaldo del 46% contra el 22% de Marco Rubio, un político que alguna vez alguien presentó como “la esperanza latina” para conquistar la Casa Blanca.

Hoy su campaña es lo más parecido a una embarcación de náufragos tercermundistas.

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Si Donald Trump gana en las primarias de este martes en Florida, Ohio, Illinois, Missouri y Carolina del Norte, los líderes del partido republicano tendrán que resignarse a su nominación como candidato presidencial.

Si alguien consigue cerrarle el paso en Ohio o en Illinois, la esperanza de una convención abierta o dividida reagrupará las fuerzas de quienes desde el partido insisten en que Donald Trump es la opción más segura hacia la derrota.

Bajo este escenario, la ciudad de Cleveland, Ohio, será escenario en julio próximo de una dura batalla para imponer o descarrilar las aspiraciones presidenciales de Donald Trump.

Pero, de todos los cálculos de derrota y victoria, el que más llama la atención es la caída en desgracia de Marco Rubio, un candidato que alguna vez suscitó las esperanzas del partido republicano para tratar de frenar el avance de Donald Trump.

De hecho, muchos son los que se han adelantado para realizar el análisis post mortem de la candidatura de Rubio, un hombre al que muchos llegaron a considerar como el mejor preparado para emprender el vuelo presidencial, sin siquiera tener la envergadura de alas necesarias para acometer tal desafío.

Donald Trump le machacó con el sobrenombre de “pequeño Marco” en la recta final de su azarosa aventura. Esta caricaturización del personaje consiguió achicarlo y reducirlo a una insignificancia de la que difícilmente se recuperará.

Pero los problemas de Marco Rubio arrancaron con el propio Rubio. Su decisión de dar marcha atrás en su apoyo al proyecto de reforma migratoria que avanzó desde el Senado en 2013, para naufragar en 2014 en la Cámara de Representantes. Su traición a Jeb Bush, a quien restó los apoyos que le habrían permitido enfrentar con mayor holgura a Donald Trump. Y su posición en asuntos tan importantes, como el histórico proceso de reconciliación con Cuba, se convirtieron en una pesada carga para su candidatura.

Hoy, son muchos los que aseguran que su apoyo a la reforma migratoria que aprobó el Senado en junio de 2013 fue lo que al final hundió sus esperanzas. Lo dudo mucho. Ahí está el caso de John Kasich, el gobernador de Ohio, el único que ha mantenido su posición a favor de una reforma migratoria que garantice una vía a la legalización (pero no a la ciudadanía) de millones de indocumentados.

A pesar de mantenerse en minoría en el espinoso tema migratorio, Kasich ha conseguido mostrarse como un candidato más valiente y consecuente frente a Marco Rubio. Esto demuestra que, las posiciones cambiantes del senador por Florida; su craso oportunismo y su ambición desmedida, terminaron por hundir sus esperanzas por la nominación y quizá su carrera política.

La decisión de Rubio, de repudiar el proceso de reconciliación con Cuba, un asunto que sigue causando escozor entre la vieja base del exilio cubano de Miami, pero que es apoyado por la mayoría de los hispanos jóvenes en Florida, podría haberle costado el respaldo de un electorado que ha vivido un recambio generacional en las últimas décadas.

Finalmente, el hecho de que ni el gobernador de Florida, Rick Scott; ni el ex gobernador de ese mismo estado, Jeb Bush, hayan decidido apoyarlo, ha dejado a Marco Rubio a merced de tiburones como Donald Trump, un candidato que si nada lo impide reclamará mañana martes una victoria clave para sepultar definitivamente las aspiraciones presidenciales de Rubio, mientras marca tendencias en un estado que ha sido clave en las últimas elecciones presidenciales.