Cuando se crearon las Naciones Unidas, sus fundadores imaginaron un mundo muy diferente. Un mundo en el que las disputas se resolvían en salas de reuniones y no en campos de batalla. Un mundo en el que las guerras se detenían antes de que estallaran. Un mundo que no esperaría a perder vidas para tomar acción.

Sin embargo, hoy en día varios conflictos están en aumento en distintas partes del mundo, tornándose cada vez más extensos, complejos y mortales. La población civil ya no es asesinada en fuego cruzado, sino que ahora son blanco de ataques específicos. De igual manera, estamos presenciando un número sin precedentes de personas que abandonan sus hogares por miedo y desesperación.

Y es por eso que la ONU necesita un nuevo enfoque para la paz.

Estaré convocando una Reunión de Alto Nivel sobre la Consolidación y el Mantenimiento de la Paz en Nueva York durante los días 24 y 25 de abril. El evento reunirá a distintos líderes mundiales, quienes se enfocarán en temas como prevención de conflictos, mediación, diálogo y diplomacia. Esta iniciativa es parte de un esfuerzo más amplio por parte de los Estados Miembros de las Naciones Unidas con el fin de ayudar a nuestra Organización a fomentar la promoción de la paz.

Y cuando digo paz, estoy hablando del tipo de paz que se puede dar por sentada. El tipo de paz que no desaparecerá en el próximo ciclo electoral. El tipo de paz que se mide no en meses o en años, sino en generaciones.

Esto es lo que llamamos el “sostenimiento de la paz”. Y es justamente esto en lo que deberíamos trabajar, en lugar de buscar soluciones una vez que el conflicto ya estalló.

Algunos podrán decir que la paz verdadera y duradera es imposible en ciertas partes del mundo. Pero no lo es. He sido testigo. Cuando Montenegro se separó de Serbia, no sólo no había paz en el territorio, sino que muchos predecían el resurgimiento de serios patrones de violencia. Sin embargo, a través de intensos esfuerzos diplomáticos y voluntad política, la paz triunfó. Y hasta el día de hoy seguimos sin indicios de que esto pueda cambiar.

El mes pasado, viajé al oeste de Colombia y me inspiró ver a las comunidades indígenas trabajando con la ONU para construir la paz mediante el fortalecimiento de los vínculos sociales. Me inspiró además ver a los aldeanos, algunos de los cuales habían sufrido más de 50 años de guerra, entusiasmados con el prospecto de su futuro. Una mujer se acercó a contarme la determinación de su pueblo de no regresar al conflicto.

Estos son ejemplos de paz sostenible, ejemplos que están tomando lugar ahora, en todo el mundo. Es posible que la mayor parte de nuestras discusiones tomen lugar en Nueva York. Sin embargo, estas discusiones deben ser guiadas por expertos, dentro de esos mismos territorios. Debemos destacar el trabajo que están haciendo los verdaderos constructores de la paz; desde mujeres involucradas en iniciativas de paz en Liberia, hasta los organizadores de talleres de mediación en Kirguistán. Es por esto que la Reunión de Alto Nivel reunirá actores de distintos países, sectores y sociedades, con el fin de compartir sus puntos de vista.

Por supuesto, es importante mencionar que de nada sirve convencer a todo el mundo de la importancia de sostener la paz si no se tienen los fondos suficientes. Necesitamos más inversión en prevención. El conflicto causa que las sociedades colapsen, el tejido social se rompe, los edificios son destruidos sin que nadie los arregle, los sueldos dejan de ser pagados y el agua deja de salir de los grifos.

Y es así como gastamos dinero en reconstrucción (mucho más dinero del que se hubiera invertido en mecanismos de prevención). Aparte del inmenso sufrimiento que se pudo evitar, ni siquiera tiene sentido desde un punto de vista financiero. El aumento de la inversión, incluso en un pequeño número de países, puede generar miles de millones de dólares en ahorros para la comunidad internacional.

Al fin y al cabo, lo que no podemos olvidar es que la ONU fue fundada para la paz. Esto es lo que la bandera tiene que representar. El éxito de la organización previniendo conflictos debería ser la norma, no la excepción.

Debe ser quien intermedie la paz en
el mundo.

Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas

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