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En la consulta que hace el INE cada tres años a niñas, niños y adolescentes como parte de la educación cívica, se les ha pedido que dibujen “cómo es el lugar en que vives”. En 2015, el tema fue “Por un México con justicia y paz”. Los resultados reflejan su diario vivir y los resultados son impactantes.
Los dibujos que seleccionó el INE en una edición reciente, muestran la terrible realidad que se vive en la mayoría de las entidades federativas. Los ojos de los niños y las niñas reproducen la violencia cotidiana y el gran impacto que tiene en sus cortas vidas.
Los pocos dibujos que reflejan algo bello son los de una niña de Baja California Sur que pintó el mar y sus pececitos junto a las montañas y un sol radiante. Otra niña, de Guanajuato, dibujó flores, mariposas y ropa tendida al sol. Un niño de Colima eligió una cascada que se precipita entre las rocas. Hay una flor, dos palmas, el sol brillante y una nube limpia.
Dos niños realizaron, intencionalmente, su dibujo al revés. Un niño de Guerrero puso a 5 personas (hombres y mujeres) de cabeza, con la leyenda: “el mundo está de cabeza”. Fue el planeta lo que una niña de Michoacán dibujó al revés.
El tema del alumbrado aparece varias veces: una niña de Aguascalientes, en un dibujo casi ausente de color, escribe: “le falta luz a mi calle”. “Quiero alumbrado, quiero un parque”, escribe una niña de Sinaloa. En contraste, otra, del Distrito Federal, dibuja a un policía sonriente junto a una luminaria encendida.
Una niña de Jalisco escribe: “Quiero una ciudad limpia, sin malos”. Y son los malos los que aparecen muchas veces en los dibujos: un niño de Durango dibuja a un hombre con una metralleta disparándole a un puerco. El puerco es mucho más grande que el hombre. Un niño del Estado de México consignó el robo a mano armada que sufrió su papá. Un niño de Hidalgo dibujó una cadena de personas con pistolas junto a una casa pintada de rojo donde está un hombre secuestrado. Para que no nos quede duda escribió “secuestrado”.
Un niño de Michoacán dibujó dos edificios y un helicóptero desde donde se hacen disparos. Un niño de Morelos pintó un cielo completamente negro y abajo un enfrentamiento. Una persona, con apariencia de monstruo, tiene, en el dibujo de un niño de Michoacán, un cuchillo sangrante en una mano y una cabeza humana en la otra. Un niño de Puebla dibujó una pistola gigante que se dirige a una persona —mucho más pequeña— totalmente pintada de rojo.
Una niña de Guerrero, a todo color, plasmó lo que llama “el pueblo descuartizado”. Hay sangre saliendo del cuello de uno de los personajes; sangre brotando de la cabeza de otro; un gran charco de sangre con las letras que indican sangre. En ambos márgenes la leyenda “Nos faltan 43”.
Un niño de Sinaloa dibujó a una familia de cinco integrantes con un muerto colocado por encima de todos.
Es sobrecogedor el de un niño del Distrito Federal que a lápiz trazó un gran corazón. Dentro de él está un hombre con dos pistolas a las que les salen balas. Arriba dice: “mi papá”. A la derecha, la leyenda junto a otro corazón más pequeño que dice: “soy hijo de un narco”. Dos hombres muertos yacen abajo. Pueden ser policías o militares porque tienen gorra y uniforme.
Los dibujos que describo —y otros más— serán exhibidos muy pronto afuera del edificio del Senado de la República a iniciativa de la Presidenta de la Comisión de Niñas, Niños y Adolescentes. Los mensajes son demoledores.
Casi siempre las niñas y los niños quedan fuera de nuestro foco de atención. Es necesario que nos mantengamos atentos a lo que ellas y ellos ven y escuchan. Es indispensable que reciban atención en sus casas, en las escuelas y en instituciones públicas. Nuestra postura de adultos frente a ellos no puede seguir siendo la de que nada está sucediendo.
Directora de Derechos Humanos
de la SCJN. @leticia_bonifaz