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Lo lograron. A pesar de los presagios adversos, los vaticinios cruzados desde Morena hasta el PRI, los dirigentes de los tres partidos, que hoy conjuntan el Frente, lograron una proeza política. Hace pocas semanas, cuando escuchaba a Alfaro decir que ir con el PAN en Jalisco significaba perder votos para Movimiento Ciudadano, me parecía que el Frente no podía seguir adelante. Aquí en la capital parecía también suicida que el PAN apoyará a candidatos del Partido de la Revolución Democrática que significan el continuismo corrupto que hasta ahora gobierna la capital. Sin embargo (y a pesar de todo), las dirigencias de los partidos y sus equipos negociadores lograron registrar ante la autoridad electoral el Frente.
La primera lectura que pueda hacerse es que, no obstante las adversidades y las inconformidades internas, el grupo de Ricardo Anaya ha conseguido mantener el control de su partido. Pese al enorme costo de ser al mismo tiempo presidente del partido, jefe de las negociaciones y aspirante único (o casi único) a la candidatura, Anaya ha llegado al puerto de partida. Las críticas que en su momento le formulara Margarita Zavala y también Moreno Valle sobre la necesidad de contar con un método abierto para elegir candidato, hoy son al mismo tiempo ciertas e irrelevantes por paradójico que parezca. Ciertas porque Anaya hizo todo para ser candidato desde su escritorio de presidente nacional y ahora presenta su candidatura como un hecho consumado. No sé cuál será el futuro de Moreno Valle y otras figuras como Luis Ernesto Derbez, que bien podrían, como los rebeldes, derivar hacia el Meadismo. Tampoco sé cuánto le podría costar al Frente la salida de esos cuadros, como en su momento le costó la salida de Margarita. Lo que es claro a estas alturas es que Anaya ha logrado conjuntar la voluntad de otros dos partidos políticos en torno su persona que probablemente compensen las mermas que su propia candidatura implicaron al interior de su partido. A lo mejor queda tablas.
Con Anaya como candidato, el PAN tiene como primera tarea frenar la migración de un sector amplio del empresariado y las clases medias que han visto en José Antonio Meade una opción viable para enfrentar a López Obrador. No es que estén totalmente a gusto con la idea de votar al PRI, pero Meade y Arriola inspiran confianza en ese sector que tradicionalmente ha simpatizado con el partido de la derecha. La pregunta es si Anaya puede frenar esa hemorragia de votantes tradicionales. No estoy seguro de que el torniquete político que supone su candidatura sea suficiente para detener la migración de votantes de la derecha a Meade. Ya con la boleta prefigurada, es decir, AMLO, Anaya y Meade, el gran desafío será convencer a 13 millones de electores que votarán por primera vez en 2018. Veremos si Anaya puede avanzar en ese segmento en detrimento de Meade, quien parece más consolidado en otros grupos de edad o si el ex secretario de Hacienda consigue aligerar la parafernalia priísta y presentarse como candidato más simpático para las nuevas generaciones que tienen todas las razones para votar en contra del statu quo. Será una disputa palmo a palmo en las redes sociales, sabiendo que AMLO es el más atractivo para los jóvenes por su discurso de ruptura.
Para el PRD el Frente se convierte en una salida decorosa del crematorio en el que ya estaba. Un PRD desfondado por sus malos gobiernos y la potente candidatura de AMLO parecía condenado a la inanición. Con el Frente consigue un segundo aire que le permitirá transitar la elección del 18 en mejores condiciones. Incluso en la capital de la República, donde su desgaste ha sido fenomenal, pueden mejorar su desempeño electoral si optaran por presentar alguna candidatura medianamente novedosa. No creo que la candidatura de Alejandra Barrales sea un expediente cerrado, pero ya veremos.
Para el Frente inicia un descomunal trabajo cósmico para conseguir que sus electores potenciales se aparten de los dos planetas que ejercen un campo gravitatorio muy poderoso sobre su electorado potencial: Morena y el PRI. Si logran acreditar en las encuestas de febrero y marzo, ya como Frente (y con caras y nombres concretos), que se mantienen en zona de competencia y que, por tanto, las campañas arrancarían a tercios, el futuro del Frente puede tener alguna posibilidad, pero mi impresión es que la elección terminará en dos polos que son los ya referidos. Sin embargo, hay que conceder que en muy poco tiempo han logrado hacer los frentistas lo que parecía francamente difícil hace un par de semanas. Veremos.
Analista político.
@LeonardoCurzio