En el libro 2018, ¿Amlo presidente? (Grulla, 2017) se hizo un pronóstico que anticipaba un triunfo de López Obrador como el escenario más probable. Las variables y condiciones que se tomaron en cuenta para dicha proyección fueron las siguientes: 1.- “El hartazgo hacia el statu quo, conformado por el PRI y el PAN, en los últimos dieciocho años se ha acumulado a un nivel que no existía en 2006 ni en 2012… La baja popularidad presidencial (de EPN) y las derrotas electorales del PRI en estos años reflejan que se ha caído en una nueva decepción, y el hartazgo subsecuente. Ante lo cual, muchos electores que no constituyen el voto duro de López Obrador, piensan darle ahora sí la oportunidad de dirigir un cambio sustancial del país… la actitud de muchos electores potenciales, incluso los de corte moderado, es de mayor anuencia y tolerancia hacia los tropiezos y desplantes de AMLO precisamente porque las otras opciones aparecen agotadas”.
2.- “Puede dividirse al electorado en dos grandes bloques; los obradoristas que tienen alguna esperanza (o toda) en López Obrador como orquestador de un cambio significativo, y los antiobradoristas que más bien ven en él (con distinta intensidad) riesgos y conflictos potenciales... Ha dicho AMLO que en realidad hay dos partidos; Morena y la Mafia (que incluye a todos los demás partidos, grupos, organizaciones, movimientos, distintos a Morena). Según el tabasqueño, todos esos partidos y agrupaciones responden a una sola directiva (que preside Salinas de Gortari)... Contrariamente a lo predicado por AMLO, el conjunto de no obradoristas no es homogéneo, no responde a una sola directriz, sí hay diversidad, puntos medios, matices en las posturas políticas; no es de blanco y negro como él lo sostiene… (lo cual) podría fragmentar el voto facilitando un triunfo de Morena”.
3.- “Hacia el proceso de 2018, López Obrador no sólo lleva la ventaja de haber estado en campaña continua desde 2000, sino que formalmente también se adelantó a todos los partidos como candidato presidencial… en esta ocasión (Amlo) ha aplicado muy bien la nueva regla electoral no escrita, según la cual ‘el que se mueve, sí sale’. Podría tener por eso mismo una mejor oportunidad… de aparecer en la fotografía presidencial”.
4.- “En caso de que quien se enfrente como puntero a López Obrador sea el candidato panista, puede reproducirse el fenómeno observado en 2006, donde el voto útil de numerosos priístas (y panalistas) favorezca a López Obrador, dándole así un nuevo empujón que podría ahora sí, ser decisivo en el resultado”. 5.- “Los cuestionados triunfos del PRI en el Edomex y Coahuila recuerdan las cerrazones de otros años. Y la reacción de los panistas recuerda la de 1986 con Chihuahua; enojo, radicalización y declaración de guerra al PRI… El PAN podría entonces alinearse en el frente antipriísta antes que en el bloque antiobradorista”. 6.- “Hacia 2018 vuelve a surgir la sospecha entre los obradoristas de que un pacto entre las cúpulas políticas y empresariales hará lo que haga falta para impedir el triunfo de López Obrador... (pero las irregularidades) no siempre bastan para asegurar el triunfo buscado… En situaciones de mayor competencia y competitividad (como las de ahora), una elección de Estado no siempre alcanza para garantizar la victoria de los candidatos oficiales. Y si bien dichos operativos sospechosos dieron el triunfo al PRI en Coahuila y el Estado de México (de manera apretada) no le será tan fácil al PRI-Gobierno imponerlos a nivel nacional; el aparato podría no dar para tanto”. (Hasta aquí la cita). Veremos en pocos días si en efecto se confirman estas consideraciones. La inusitada guerra entre el PRI y el PAN abrió el camino para una ventaja más amplia de López Obrador, por lo cual se ve como muy poco probable que ocurra un escenario distinto al triunfo de López Obrador y proyectado por el promedio de encuestas.
Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1