Jorge Islas

Facebook y la democracia

25/03/2018 |02:12
Redacción El Universal
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Preocupante la noticia mundial que conocimos en días recientes sobre los servicios que ofrece una consultoría inglesa, Cambridge Analytica, para incidir en los procesos electorales.

Si es cierto su nivel de penetración e influencia en los ciudadanos a la hora de votar, como supuestamente fue el caso en la elección presidencial de EU, o en el referéndum de los ingleses para decidir si permanecían o no en la Unión Europea, se convierte en un tema angustiante, no sólo para la seguridad nacional de un determinado país, sino para el futuro de la civilización occidental que ha fincado la organización de sus asuntos públicos en un sistema político que conocemos como democracia liberal.

Falta por verificar qué tan efectivo es este servicio de consultoría. En caso de que sea incontrovertible su eficacia, estamos frente a un riesgo mayor en donde los ciudadanos quedaremos a merced de un algoritmo computacional, que será uno de los factores determinantes para crear a una nueva generación de gobernantes ilegítimos, que serán electos por un voto dirigido y manipulado previamente por medio de propaganda falsa que nos harán llegar por las redes sociales que utilizamos para informarnos.

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Se trata de una nueva forma de cooptar y desvirtuar la realidad política, para crear una realidad virtual que no existe, sea para denostar a un oponente político o bien para hacer creer en las grandezas y virtudes que supuestamente tiene otro candidato. En estricto sentido es mercadotecnia digital, en donde se bombardean a potenciales consumidores de noticias falsas, para crear un ambiente y estado de ánimo determinado con el fin de que ejerzan su voto de una manera predeterminada.

La ironía del caso es que se ha creado esta forma de manipulación política, por medio de la libre empresa y la libertad de expresión, ambos derechos fundamentales en una democracia. Tenía razón el profesor Sartori, la democracia puede matar a la democracia, en caso de que no la cuidemos. Y cómo la vamos a cuidar, sino la valoramos porque no entendemos lo que hace, ni lo que nos da, lamentablemente.

La nueva democracia dirigida afecta al menos a nuestra democracia liberal en lo referente a la soberanía, elecciones libres, legitimidad, representatividad y gobernabilidad. En nuestros derechos, lastima nuestra privacidad y libertad política.

En las democracias representativas, el poder del pueblo se ejerce fundamentalmente por medio de elecciones que son libres. Cuando se expresa libremente la voluntad popular para elegir a un gobernante, se materializa lo que conocemos como la soberanía, el derecho del pueblo para autodeterminar su propia organización política, sin la injerencia de ningún factor ajeno y externo. En este caso, no podemos hablar de elecciones libres ni de soberanía por que son elementos externos al interés público, los que determinan el voto popular que decide quién gobierna, dando como consecuencia la instauración de un gobierno no legítimo, ya que no cuenta con el apoyo de una mayoría que utilizó su voto de manera consciente, sino manipulada.

En conclusión, hay un fraude flagrante porque se limita el ejercicio del voto libre e informado, para tener acceso a fuentes diversas y autónomas de información real, con la cual elegimos a nuestros representantes populares.

Pero en México no tenemos razón para preocuparnos, dado que, en días recientes, Lorenzo Córdova, declaró la inexistencia de este modelo para nuestras próximas elecciones. Lo celebró y le creo, pero siempre queda el riesgo y la tentación, por ello nuestros legisladores deberían de trabajar en una legislación anti Cambridge Analytica a la brevedad. Aunque siempre nos queda el recurso sugerido por la librería Gandhi: Menos face y más book.

POST SCRIPTUM. Con honra y dignidad concluye Areli Cano su ciclo como comisionada del Inai. Le entrega a la ciudadanía y no a un partido en lo particular, buenas cuentas, dado que se tomó muy en serio su papel para hacer valer el principio de máxima publicidad que reconoce la Constitución como baluarte del derecho a la información. Qué diferencia.