Estoy, queridos lectores, de viaje. Como algunos de ustedes que me acompañan en redes sociales sabrán, mi periplo me ha llevado primero a Doha, Catar, y después, y esto no tenían por qué saberlo, a Vietnam.

El por qué a estos tan apartados lugares es una historia larga que merece ser contada en otro momento, pero hoy quiero dedicar estas líneas a algunas cosas que he aprendido, conocido o sobre las que he podido reflexionar en esta travesía. Siendo esta además una semana de descanso y/o introspección para muchos de ustedes, me parece prudente compartírselos. Ciertas cosas se deben leer lejos del ajetreo cotidiano.

Esta distancia para la reflexión no necesita llegar acompañada de grandes distancias físicas, pero sí requiere de cierta abstracción. Me explico: vivimos hoy en México con una intensidad de opiniones encontradas, enconadas, pocas veces antes vista.

Un mucho por los niveles de polarización política, un buen tanto también por la inmediatez y falta de tamiz que implican las comunicaciones electrónicas y sobre todo las que sostenemos en las redes sociales, estamos sujetos cotidianamente a un bombardeo no sólo de opiniones e ideas —qué bueno fuera— sino de agresiones, insultos, frases hechas e ideas preconcebidas (eso de ideas es un decir) que sólo buscan perpetuar prejuicios y profundizar agravios reales o imaginarios.

Nos hace falta, mucha falta, enfriar la cabeza, darle su justa proporción a las cosas, recordar que si bien las palabras importan, son las acciones y las conductas las que verdaderamente nos marcan.

Y más allá de toda la bilis y todo el odio y resentimiento que circulan por las redes, que las inundan, hay un mundo de verdad allá afuera en que la gente actúa y se comporta diferente, tal vez porque ya no está cubierta por el manto del anonimato relativo que ofrece la pantalla de su respectivo escudo electrónico, que eso es en lo que se han convertido nuestros teléfonos/tabletas/computadoras.

Pero les contaba yo de este viaje en el que me encuentro y de algunas cosas que me han ayudado a tomar perspectiva o, mejor dicho, a ver otras.

En Doha, en el espectacular Museo de Arte Islámico, una exposición temporal, acerca de Siria. “Syria Matters” se llama, y en esos interesantes dobles significados que puede tener el lenguaje se traduce lo mismo como “Siria Importa” que como “Asuntos de Siria”.

No es, como tal vez podría pensarse, una exhibición dedicada exclusivamente al ya muy largo y devastador conflicto que azota a ese país, sino mucho más una muestra, un recordatorio, de lo espectacular, de lo trascendente que ha sido y es esa parte del mundo.

De las rutas comerciales, del entreverado de culturas, religiones, de civilizaciones pues. Obras de arte, piezas históricas reunidas de museos de todo el mundo para ilustrar la grandeza. Y al final, dos fotografías monumentales, una junto a otra, que ilustran como pocas imágenes que yo haya visto el nivel de destrucción que el Estado Islámico causó.

En otro extremo del mundo, otro extremo museográfico: en Vietnam, en la ciudad Ho Chi Minh, también conocida como Saigón, el impactante, estrujante Museo de los Restos de la Guerra (War Remnants Museum) que documenta gráficamente los destrozos de treinta años de guerras que tuvo que soportar ese país para sacudirse la imposición de dos de las grandes potencias mundiales, Francia primero, de 1945 a 1954, y EU después. Un repaso obligatorio no sólo de la devastación, de la crueldad, de la futilidad de las guerras coloniales o imperialistas, sino también de su trágico legado. Pero al final, lo mismo en el museo que en la vida cotidiana, un país que decidió reconciliarse sin olvidar.

Así pues, grandes tragedias, grandes lecciones, grandes aprendizajes para quien quiera tomarlos. Les deseo provechosos días de descanso y reflexión.

Analista político. @gabrielguerrac

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