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“Nos rescataron de una gran violencia”

Encargados del albergue torturaban a los internos; gobernador visita a niños rescatados de “anexo”

“Nos rescataron de una gran violencia”
19/05/2016 |00:14Raúl Torres / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Guadalajara.— “En varias ocasiones miré cómo golpearon a compañeras que se querían fugar porque ya no querían estar ahí, les dieron cachetadas, las jalaron de las greñas. A una la tablearon, a otra la apuntaron con un arma, muchas eran menores (…) A veces las madrinas mandaban llamar al encargado para que castigara a alguien que no había hecho nada y las compañeras no podían decir nada, nomás aguantarse” recuerda L cuando se le pregunta sobre el trato que recibían los internos en el albergue Despertar Espiritual, Alcohólicos y Drogadictos de Occidente A.C.

Ella es una de las 271 personas rescatadas de este sitio por la Fiscalía de Jalisco el miércoles pasado.

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Cuando llegó la policía llevaba dos de los 12 meses a los que estaba “pactada” su reclusión en el albergue; era su segunda estancia en el lugar y siempre —asegura— fue contra su voluntad.

La descripción de cómo transcurría la vida ahí remite a un grado de tortura que logra modificar la forma de hablar para sustituir palabras y encubrir el maltrato; así, a las órdenes se les llama “sugerencias”, a someterse “echar humildad”, a los represores “padrinos” o “madrinas” y a la cárcel “anexo”.

La jerarquía era clara: director, encargado, primero, segundo y tercer padrino o madrina, servidores (reclusos elegidos por los padrinos) y anexados.

—¿Cómo te recluyeron?

—Ellos (los familiares) hablan al lugar y ellos (los del albergue) piden 150 por ir por ti, te sacan de tu casa a la fuerza; la primera vez me agarraron entre varios, fue contra mi voluntad, la segunda vez le dijeron a mi hermano que me sacara de la casa, luego me subieron a la camioneta y me golpearon (…) a mi mamá le dijeron que en el tratamiento todo era espiritual.

—¿Cómo eran los días?

—Teníamos que seguir las sugerencias de los padrinos, que le decían qué hacer a las servidoras, que eran las que hacían con nosotras lo que querían, nos golpeaban, nos dejaban mucho tiempo sin dormir y nos castigaban de pie hasta tres horas; en el día había siete juntas y no te podías dormir porque todo el tiempo te despabilaban las servidoras (...) las juntas eran el historial de las compañeras.

—¿En dónde dormías?

—Había sólo cuatro literas, todas dormíamos ahí, nos acostábamos como de palito, en una litera dormíamos como 30 abajo y arriba 28, las más flaquitas se arrepegaban más, pero las más gorditas se acomodaban como podían; sentíamos que nos asfixiábamos.

—¿Qué hacían para bañarse?

—Al medio día nos daban una cubeta de 20 litros para que nos bañáramos cuatro personas, nos teníamos que bañar desnudas delante de las otras compañeras pero no podíamos tener contacto con otras porque decían que éramos lesbianas y sólo teníamos 5 minutos para bañarnos. Además, para ir al baño teníamos que cruzar una raya y echar humildad, pues sin echar humildad te daban aventones o hasta una golpiza.

—¿Qué comían?

—En la mañana un plato de arroz, en la tarde verduras y por la noche verduras; la primera vez que me anexaron me enfermé porque no cocían bien las verduras, no había mucha higiene.

Al cumplir un mes y medio en reclusión L fue llamada como servidora, lo que implicaba apoyar a los padrinos en las labores de aseo, vigilancia y alimentación del albergue, pero también golpear a otras compañeras.

“Me daban sugerencias de que si me daban un servicio tenía que hacer lo mismo que las otras compañeras que ya tenían el servicio, pero yo lo dejé porque dije que no tenía el carácter para soportar el daño que le iba a causar a otra persona; como no seguí la orden me aplicaron 12 días sin dormir en una silla, escuchando todas las juntas y las terapias, me despabilaban, me dejaban parada desde 15 minutos hasta 3 horas; luego de esos 12 días me dejaron dormir un día, pero me enfermé”, recuerda.

—¿Tu mamá pagaba por tu estancia ahí?

—Pagaba de 120 a 150 pesos por semana y si no pagaba amenazaban con que no saldría y le cobrarían más.

—Se dice que hubo abusos sexuales. ¿Sabes algo?

—Esas cosas les pasaban a los compañeros, eran los que más sufrían de eso porque les hacían cosas más malas; yo tuve un hermano ahí, lo metieron con siete compañeros y los golpeaban y les daban toques con una chicharra; los maltratan, los golpean y les apuntan con armas.

—¿Había menores?

—Muchos, había un niño de 8 años esta vez y la primera vez que ingresé una niña de 7, estaban ahí porque los papás decían que no se comportaban en su casa; los trataban como mayores, ahí el trato era igual para todos. La verdad nos rescataron de una gran violencia”.

Ayer, el gobernador Aristóteles Sandoval visitó el albergue de Ciudad Niñez del DIF-Jalisco, donde fueron reubicados los menores que rescatados del centro de rehabilitación en Tonalá.

En un encuentro privado, el mandatario habló con los menores, quienes padecen problemas de adicciones; algunos de ellos fueron víctimas de maltrato, abuso físico y psicológico.

Se trata de unos 20 jóvenes a quienes entregarán a sus familiares.