Edgar Elías Azar

El legado de Luis Videgaray

28/03/2018 |02:15
Redacción El Universal
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Quien comienza aprendiendo, normalmente, termina enseñando. Humildad e inteligencia sutil, es lo que México necesitaba en uno de los momentos más difíciles de su política exterior. Saber moverse con precisión, observar su entorno con claridad, escuchar, analizar y ejecutar, son algunas de las características que han marcado su paso por la Cancillería mexicana. Luis Videgaray inició su labor como Canciller con un ejercicio de humildad que debió ser, para todos, la primera lección que aportó al servicio. Uno no encara su labor de Estado asumiendo que lo sabe todo, ni presumiendo lo que sabe.

Un hombre de su inteligencia y posición sabe que no es retórica acudir al lugar común “el mundo ya no es como antes”. Frase que hoy se convierte en una verdad indiscutible y preocupante. Frase que nos indica que el mundo se mueve con distintos vientos, que sus reglas están cambiando y que estamos luchando contra una serie de tensiones que podrían terminar con la forma en que lo comprendemos si no las aminoramos, disminuimos o disolvemos. El mundo requiere de las manos finas y de la destreza mental de un cirujano.

Ahora, una vez más, consigue hacernos ver esa destreza. Con la ayuda del Congreso, logra que se apruebe una de las leyes más esperadas por la diplomacia mexicana. Una ley que no sólo moderniza la estructura, clarifica las ausencias, endurece los procedimientos y profesionaliza los cuadros, sino que protege a sus servidores, los engrandece… los recuerda. Hombres y mujeres que viven lejos de su patria, que enfrentan duras formas de vida para mejorar aquello que tienen lejos: su país. Hombres y mujeres que tienen que aminorar la nostalgia de su tierra, de sus familias, de sus vidas mexicanas, al servicio de todos. Pero hoy, ahora, se sienten arropados. Hoy, ahora, han sido abrazados por su canciller, quien finalmente les recuerda que no están solos, que no son los olvidados y que el país los sigue protegiendo, necesitando y valorando.

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La importancia de la ley no es menor por muchas razones. Es garante de una de las características más importantes que debe aportar el Derecho: la certeza. Pero en este caso, es por vía doble: certeza jurídica y certeza para la vejez. Si la vida en el extranjero es difícil por muchas razones: cultura, idioma, diferencia climática, costumbres, etc., vivir lejos de tu país con la incertidumbre de una vejez tranquila, debe ser todavía peor. Pensar en el retiro es cosa importante, asegurar un retiro, es cosa mayor. Tranquiliza el ánimo, establece los sentidos y fortifica el paso. La vida no puede guiarse por un “qué sucederá”, se nos debe permitir eliminar esos miedos. Ahora, esta nueva ley es precisamente lo que les permite a los diplomáticos mexicanos. Saber que existe un futuro confiable, un futuro en el que pueden descansar sus preocupaciones y seguir adelante.

El legado del canciller Videgaray se ha forjado en cada paso que da y en cada decisión que toma. No es un legado intangible, calculable únicamente en referencia a su persona; un hombre de Estado sabe que su legado queda marcado por aquello que persiste aun no estando él. En su carácter institucional, en su aportación para la solidez de la democracia mexicana y en su consolidación de un proyecto de nación. Lo que la historia suma como parte de ella. Ahora, esta ley, forma parte de la misma.

Embajador de México en Países Bajos Representante
Permanente ante la OPAQ