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El silencio absoluto no existe. Pero, unos instantes previos a la interpretación del Réquiem de Verdi, pareció que sí. La orquesta estaba congelada, como en una fotografía. El público no pestañeó.
Poco a poco, en un murmullo, la sección de cuerdas se hizo escuchar. Siguió la suave voz del enorme coro, integrado por casi 200 voces. “Requiem aeternam dona eis Domine/et lux perpetua lueceat eis…” (Descanso eterno dales Señor/ y que la luz perpetua les ilumine).
La paz de esta primera secuencia dio paso al célebre y agitado “Dies irae” (Día de ira), que se precipitó como una ráfaga dentro de la Sala Nezahualcóyotl, donde Sergio Cárdenas dirigió con ímpetu y precisión a la Orquesta Sinfónica “Estanislao Mejía”, de la Facultad de Música de la UNAM.
Las trompetas que anuncian el día del juicio final se oyeron dentro y fuera del escenario. La gente volteaba a un lado y otro del recinto, intentando descubrir su ubicación exacta. Verdi hizo del “Dies irae” una especie de leitmotiv que aparece en diversos momentos de la composición.
Así continuó la noche del viernes la interpretación del Réquiem que Giuseppe Verdi estrenara en 1874, como un homenaje a la memoria de su compatriota Alessandro Manzoni.
Dramatismo y vitalidad manifiestan la riqueza sonora de esta monumental pieza, que está llena de súbitos contrastes y nunca pierde la esencia operística de Verdi. Los solistas fueron: la soprano Dhyana Arom, la mezzosoprano Zayra Ruiz, el tenor Alan Pingarrón y el bajo-barítono Marcos Herrera.
El enorme coro estuvo integrado por cinco conjuntos vocales: el Coro Sinfónico del Sistema Nacional de Fomento Musical (Director: Alejandro León), el Coro Convivium Musicum (Director: Víctor Luna), el coro Ars Iovialis, de la Facultad de Ingeniería-UNAM, el Coro Alquimistas de la Facultad de Química-UNAM (ambos dirigidos por Óscar Herrera) y el Coro de la OSEM-UNAM, de reciente formación.
La multifacética obra dedicada a la muerte finalizó como inició: con pianísimos que van muriendo hacia el murmullo. Luego, el silencio. Un silencio que el público respetó para estallar luego en una ovación y varios minutos de aplausos.
Noche de premios y estreno
Durante el concierto se entregó el Premio de Composición Musical Sinfónica “Joaquín Gutiérrez Heras” al joven compositor Odín Zamorano, por su pieza Lacanus servus (2015), que tuvo su estreno mundial ahí mismo.
El premio fue entregado por Eugenia Gutiérrez, prima del compositor fallecido en marzo de 2012, así como el director de la Facultad de Música de la UNAM, Francisco José Viesca Treviño.
El concierto se repetirá este domingo, a las 18 horas, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.
mgg