El Museo Alemán de la Historia en Berlín presentó hoy, justo en un momento en que se ha reavivado la discusión sobre los derechos de las parejas del mismo sexo, una gran exposición sobre la historia de la homosexualidad y la lucha de los homosexuales contra la discriminación.

"Homosexualidades", es el nombre de la exposición realizada en cooperación con el Museo Gay. El plural, según destacó la directora del Museo Gay, Birgit Bosold, es consciente y deliberado.

"Queríamos contar la historia desde una multiplicidad de perspectivas", explicó Bosold.

La cooperación con el Museo Alemán de la Historia, donde se alberga la mayor parte de la exposición, saca el tema de un nicho y lo lleva al centro del debate social.

"Nos alegra llevar el tema al centro de la sociedad y espero que la exposición contribuya para impulsar un debate importante", dijo el director del Museo Alemán de la Historia, Alexander Koch.

La exposición se abre con una serie de instalaciones de video en las que diversas personas cuenta la manera como descubrieron su homosexualidad y el camino que los llevó a la decisión de aceptarlo públicamente.

También hay colección de desnudos masculinos, juguetes sexuales, documentos de momentos críticos como la aparición del SIDA o de debates más recientes como el del matrimonio homosexual.

Más adelante, hay otra sección, llamada "Insulto y vergüenza", que recuerda que la armonía que se vive hoy, al menos aparentemente, en una ciudad como Berlín entre homosexuales y heterosexuales no refleja lo que ha sido la historia ni lo que es la situación actual de los homosexuales en muchas partes del mundo.

En un panel, se puede leer un pasaje bíblico, del Levítico, en el que defiende la pena de muerte para las personas que tengan relaciones con personas del mismo sexo.

También hay una instalación de sonido con citas homófobas recientes y documentadas. La más notable es una de Brian Fischer, presidente de la Asociación de las Familias de EEUU, que dice que la homosexualidad es más inmoral que el canibalismo.

También, entre diatribas de pastores bautistas, aparece una cita de Lech Walesa que dice que bajo ningún concepto los homosexuales pueden sentarse en las primeras filas del parlamento.

Unos pasos más adelante, un mapa recuerda que actualmente hay cinco países -Mauritania, Sudán, Yemen, Arabia Saudí y Irán e Irak- en los que las prácticas homosexuales se castigan con la pena de muerte, lo mismo que en algunas regiones de Nigeria y Somalia y los lugares de Irak controlados por los terroristas del Estado Islámico.

En otros 75 países hay penas de cárcel lo que en el fondo no debería sorprender si se piensa que en Alemania el artículo 175 del viejo código penal -que tipificaba la homosexualidad como un delito- no fue abolido definitivamente hasta 1994.

Al margen de que ese artículo se aplicase o no -en algunas regiones del país, entre ellas Berlín, las condenas eran poco frecuentes- la medida reflejaba un ambiente social que durante muchos tiempos ayudó que los homosexuales pudieran ser fáciles víctimas de chantaje.

En el siglo XIX empezó a producirse un giro en la percepción de la homosexualidad -fue en ese siglo cuando se utilizó por primera vez esa palabra- que, según Birgit Bosold, dejó de verse como una práctica y empezó a verse como una identidad.

En ese cambio fue clave, entre otros, el médico alemán Magnus Hirschfeld, uno de los primeros en desmarcarse de la tendencia de ver la homosexualidad como una patología e intentar curarla.

Además de sus trabajos científicos, Hirschfeld publicó también, en 1904, una especie de reportaje titulado "El tercer sexo de Berlín" que en la exposición se define como la primera guía gay de la capital alemana.

Al lado de Hirschfeld se menciona, entre otros, el nombre de Johanna Elberkirchen (1864-1943) autora de varios libros destinados a luchar contra la visión del lesbianismo como una patología.

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