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En 2012, el director de teatro Luis de Tavira estrenó con la Compañía Nacional de Teatro (CNT) El círculo de cal, una obra que describió como “un homenaje a la ingenuidad, como la clave para la transformación del mundo”. Hoy, esta producción viajará al Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y cree, “con mayor razón”, que la obra es, además, un canto a la bondad.

“No solemos poner atención en la bondad, digamos que no es noticia; lo son los crímenes, las atrocidades, pero detrás, en la sombra, hay mucha gente haciendo el bien, cuidando al otro, socorriendo a quien lo necesita”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.

El director artístico de la CNT, uno de los hombres de teatro más importantes del país, agrega que la gran paradoja de la vida social es que justo a partir de la atrocidad del mundo surge el lado más luminoso del ser. “En donde aparece la catástrofe de pronto surge la gente más bondadosa, está ahí, justo donde no la esperábamos. Por ejemplo, en México lo vivimos en 1985, ante aquél terremoto despertó la solidaridad de una sociedad que se entregó al rescate y socorro de otros. También esto existe entre nosotros, no nada más la malicia y la desconfianza tan justificada ante tanta criminalidad, tanta violencia”.

De Tavira pondrá en escena una versión libre de El círculo de tiza caucasiano, la última de las obras de Brecht. El montaje comienza con un falso documental en el que alrededor de un círculo se disputan la tierra los indígenas que protegen la naturaleza y los colonos que viven de talar el bosque. ¿De quién es la tierra?, increpan. Una pregunta que De Tavira responde con la parábola de la obra de Brecht: ¿de quién son los hijos?

El argumento gira en torno a la determinación de una criada: salvar al bebé de su ama, esposa del gobernador, quien lo ha abandonado para salvarse de la guerra civil. Pero los poderosos han soltado a sus ejércitos para deshacerse del “heredero”. En el juicio del final, un dilema salomónico sentenciará, según Brecht, “no el derecho de la criada sobre el niño, sino el derecho del niño a una madre mejor”.

La obra juega con un realismo en donde los nombres de príncipes y condes se sustituyen por jefes, caciques y diputados que habitan un lugar llamado Grusinia. La pieza será una de las estrellas invitadas al Festival, que en su 15 edición se ha convertido en uno de los más importantes de la región.

“Brecht, al final de su vida, de su trayectoria, de su resistencia, del exilio, del acoso que vivió, pudo establecerse en Berlín cuando acabó la guerra, para crear la compañía idónea para hacer el teatro que realmente quería. Muy cerca de su muerte decidió hacer un canto a la bondad, porque sí existe, un canto a la ingenuidad como una especial forma de la sabiduría, como la capacidad para mantener intactos los ideales y los principios, pese al descubrimiento de tanta maldad, de tanta atrocidad humana alrededor”, dice de Tavira.

Y añade: “Para recuperar la esperanza es necesario darnos cuenta de que existe la clave del cambio porque si no nos vamos a un fatalismo donde negamos que se puede cambiar, esa posibilidad está en nuestras manos... si no creemos eso no hay esperanza y la esperanza es irrenunciable”.

Los organizadores del festival que se realizará del 11 al 27 de marzo y en el que México es el país invitado de honor seleccionaron esta obra para presentarse en uno de los foros más representativos de Bogotá. “La compañía ofrece el repertorio que tiene y nos favorece que la elección coincida con la programación de remontajes de temporada, pero en esta ocasión no fue así, ellos pidieron expresamente que nos presentáramos con este espectáculo. A este espectáculo le ha ido muy bien, la respuesta del público ha sido enormemente entusiasta”, refiere De Tavira.

Cherán, la inspiración. La obra está dedicada, desde su estreno, a la comunidad purépecha de Cherán, en Michoacán, en donde se vivió un grave conflicto en 2012, por la tala de los bosques de la Meseta Purépecha para instalar laboratorios para el tráfico de drogas. “Fue visitando la comunidad de Cherán donde me surgió la idea de esta obra. Ante el ejemplo maravilloso de esa comunidad de defender el bosque, los ríos y los manantiales, de decir ya basta y resistir al acoso de los talamontes, de los narcos y de unas organizaciones públicas absolutamente ineptas. Una enorme lección para todos es lo que nos da esa comunidad de purépechas. Fuimos a Cherán y fue el cumplimiento de una gran ilusión, ahí se entendió a cabalidad de qué se trata la obra, porque es una parábola que nos plantea varios dilemas. Uno de ellos es ¿de quién es la tierra?, después de la revolución agraria solemos decir que la tierra es de quien la trabaja; pues no, la tierra, el bosque, el río, es de quien la respeta; la tierra no es nuestra, nosotros somos de la tierra”.

De Tavira espera que en Bogotá tenga una gran recepción porque tiene mucho qué comunicar. “Lo que sucede en la obra está en el contexto de una guerra, en Colombia saben muy bien lo que es una guerra civil, lo que es el crimen organizado, lo que son los mercenarios paramilitares, ellos están en la búsqueda de la paz, por lo tanto, creo que la obra va a reflejar mucho de las inquietudes de aquél público. Además tienen una tradición particular por la estética teatral de Brecht. Hace unos años estuve en Bogotá para montar una obra de Brecht y pude sentir eso. Así que voy con la esperanza de que esta obra cree una interlocución interesante con el público de Bogotá”.

Los organizadores indican que De Tavira es una de las figuras del Festival, quien al respecto dice: “La curaduría del Festival ha elegido estupendos grupos que muestran el enorme nivel de calidad que hay en nuestro teatro, van espectáculos muy valiosos. Me siento honrado de formar parte de ello”.

México, país invitado. Las artes escénicas en Colombia, hasta hace unos años, no gozaban de la salud que hoy se ve reflejada en la XV edición del Festival Iberoamericano de Teatro. Cuando inició, en 1988, en Bogotá “no pasaba nada”, pero hoy, dice su directora Ana Marta de Pizarro, se ha convertido en uno de los encuentros más importantes de Latinoamérica.

“A finales de los años 80 en Bogotá sólo existía el ballet, la zazuela, nada más, pero el festival abre la perspectiva y se vuelve el gran carnaval de artes escénicas en una ciudad y en un país sin tradición teatral”, dice.

Así, su origen ha dado pie a que la programación sea “ecléctica”. “No es sólo un festival para entendidos, sino para todos”, asegura.

El encuentro reunirá a 100 directores, 3 mil 650 actores de 32 países, 164 obras, 855 funciones, 210 funciones de teatro de calle, 63 escenarios, 38 salas y 22 localidades.

De México se presentarán 11 puestas escénicas y una de danza, como Baños Roma, El círculo de cal, Memorias de dos hijos caracol, Mendoza, Misa fronteriza, Tristán e Isolda, Una Luna para los malnacidos, Pequeños territorios en reconstrucción, Diez mil cosas, Las burbujas urbanas y Zaicocirco, así como el Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara.

Este espíritu de diversidad del festival, dice De Pizarro, está también reflejado en la programación de México., pues habrá obras que serán una gran novedad para el público colombiano, como Tristán e Isolda, de Marco Antonio de la Parra, dirigida por Manuel Aguilar “Mosco”.

“Es la primera vez que un país iberoamericano como México es invitado de honor. Sin embargo, México ha tenido una importante presencia en el Festival, tiene ya un público de seguidores y por eso lo escogimos para hacerle un homenaje. Ha habido obras como El automóvil gris, de Teatro De Ciertos Habitantes, que han sido muy importantes aquí”, indica De Pizarro.

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