Fecalismo canino, otro problema de contaminación desbordada
Fecalismo canino, otro problema de contaminación desbordada

Casi todo el mundo quiere a los perros, pero responsabilizarse de ellos es otra historia. México tiene la mayor población canina en América Latina. Se calcula que sólo en la CDMX nacen anualmente alrededor de 150 mil perros en situación de calle. Sin embargo, los perros callejeros, aproximadamente 40% de la población en la capital, no son la única fuente de desechos fecales. La falta de civilidad urbana respecto al depósito adecuado de las heces de las mascotas y las zonas de alta marginalidad donde los humanos defecan al aire libre, contribuyen a formar depósitos de excremento que inhalamos y consumimos cotidianamente.

Los desechos fecales se han convertido en un problema de salud pública que ya forma parte de la anatomía indeleble de la ciudad. Los especialistas en microbiología del ambiente son algunos de los expertos que se encargan de estudiar el fenómeno y sus repercusiones, tal es el caso de la Doctora Irma Rosas del Departamento de Aerobiología del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM. La científica es una de las decanas en nuestro país en el estudio de ambientes contaminados por material aeroparticulado y en identificar los microorganismos nocivos.

“El fecalismo al aire libre es una actividad que realizan tanto humanos como animales. Por ejemplo, en el centro de la ciudad hay zonas que carecen de servicios públicos, algo que se nota sobre todo en los días donde aumenta el flujo de personas. Los baños que instalan en las coladeras son insuficientes y la gente busca sus propias opciones. Las heces quedan depositadas en el asfalto donde la degradación es mínima o tarda mucho, pues no es un suelo de arcilla o de algún tipo de materia orgánica. Así, se seca y con el paso de los automóviles y de la gente se aerosoliza, esto quiere decir que se convierte en partículas más pequeñas que viajan en el aire”, comenta Rosas.

La especialista señala que los efectos de esta materia orgánica es diferente cuando se inhala que cuando se consume. “Las bacterias Gram negativas, como todas las que tenemos en el tracto digestivo, tienen una membrana externa que es una endotoxina y al ser inhalada produce inflamación en las vías respiratorias”, señala la especialista, pero subraya que hay un mayor riesgo cuando en los parques y jardines, algunos de los lugares por excelencia de acumulación de heces, los niños tienen contacto con esta materia oralmente pues las heces llegan fácilmente a juguetes que tocan el suelo, como las pelotas, y posteriormente son ingeridas por los infantes cuando realizan actividades mano-boca.

¿Qué es lo que viaja en el ambiente?

La Escherichia coli (E.coli) es una de las pasajeras más comunes del aire capitalino. Esta es una bacteria que se encuentra normalmente en el intestino del ser humano y de los animales de sangre caliente. La mayoría de las cepas de E. coli son inofensivas, sin embargo algunas son patógenas y pueden resultar muy agresivas para el organismo, principalmente en el caso de los niños pequeños. Las enfermedades diarreicas son algunas de las principales consecuencias de este tipo de microorganismos. Según cifras de la OMS se registran cuatro mil millones de casos de enfermedades diarreicas anualmente en todo mundo con alrededor de cuatro millones de defunciones principalmente de niños.

La OMS advierte del caso de la E. coli enterohemorrágica (EHEC), que puede causar graves enfermedades a través del consumo de algunos alimentos, como las hortalizas crudas contaminadas. Entre los síntomas de la enfermedad causada por EHEC destacan los calambres abdominales y la diarrea, que puede progresar en algunos casos a colitis hemorrágica. La mayoría de los pacientes se recuperan en un par de semanas, pero en un pequeño porcentaje de los casos (principalmente niños) la infección puede ser mortal.

Es así que el impacto del fecalismo en la salud también tiene que ver con el riego con aguas contaminadas. En este sentido, la doctora Rosas actualmente estudia los efectos de la E.coli en las zonas de cultivo de la ciudad, como el caso de Xochimilco, para tratar de identificar cepas potencialmente nocivas. La especialista señala que finalmente esta no es una problemática reciente, pero las nuevas herramientas científicas han puesto a disposición de los especialistas, métodos más efectivos para evidenciar a este complejo mundo de bacterias y parásitos que merman la salud de los humanos por diferentes frentes.

En el texto “No tiene la culpa el perro, sino quien lo deja en la calle” publicado en la revista Ciencia y desarrollo del CONACYT, los expertos en parasitología, Perla Acevedo y Gustavo Peralta, señalan que en la CDMX se calcula que entre 40 y 50% de los perros son portadores del parásito de la Giardiasis. Esta enfermedad es causada por protozoarios del género Giardia que infectan el intestino delgado.

Acevedo y Peralta también nombran a Toxocara canis como otro parásito que se alberga principalmente en el intestino de los cachorros, quienes arrojan sus huevos en las heces y al ser adquiridos por los humanos, pueden migrar a diferentes órganos.

Herramientas de la ciencia

“Actualmente el fenómeno se estudia con mayor precisión porque ahora empleamos herramientas de estudio de la biología molecular, podemos analizar mejor la resistencia a los antibióticos y los genes de virulencia. Podemos identificar con mayor claridad las bacterias que son peligrosas”, señala la doctora Rosas sobre un trabajo que inicia con las muestras de campo. “En el caso de agua se obtiene fácilmente una muestra para transportarla en un frasco estéril al laboratorio, pero en el caso del aire el proceso es más complejo”.

La científica explica que se necesita un aparato que succiona el aire, tal como como lo hace el sistema respiratorio, y lo separa según nuestra estructura anatómica, como cuando pasa por nariz, tráquea, bronquios y alvéolos, con esas mismas dimensiones que simulan un tracto respiratorio. Estos aparatos tienen un flujo de 38 litros por minuto. Después se impactan las muestras de partículas en un filtro que se lleva al laboratorio para medir las endotoxinas. “Los niveles dependen mucho de la hora del muestreo, pero sí hemos identificado zonas de la ciudad donde generalmente hay más endotoxinas, como es el caso del centro y norte, así como Iztapalapa”.

Las bacterias no viajan solas. La Doctora explica que estos microorganismos no se pueden movilizar solos, así que utilizan a las partículas como vectores para transportarse. Primero se pegan en cúmulos, bacteria con bacteria, y luego se integran a las partículas. “En época de sequias se incrementa el problema. Con el aire se levantan más del suelo donde hay más emisiones de partículas”, señala la especialista. Es así que una mayor emisión de partículas contaminantes también contribuye a movilizar más fácilmente este material orgánico.

Finalmente la especialista también recomienda evitar los riesgos de la fecalización intramuros, como el manejo del papel sanitario. “En las zonas con buen drenaje es mejor depositarlo en el escusado que almacenarlo en botes o bolsas de plástico”. Rosas también sugiere tener cuidado con los garrafones de agua que se consume y vigilar que la tapa no toque el suelo porque el manejo de líquido almacenado es más complejo que el que sale por la llave y recibe cloro continuamente.

En países como España han reconocido el problema del fecalismo como un asunto de salud pública de extrema gravedad en el que es necesario presionar con mayor fuerza a la sociedad más allá de las recomendaciones verbales o las multas que rara vez se aplican como en el caso de México.

En ciudades como Málaga se han puesto en marcha programas de análisis de ADN de las heces para multar a los dueños, pero esto sólo es posible con un registro puntual de quienes son dueños de las mascotas, algo que difícilmente se podría lograr en la CDMX por sus dimensiones y contrastes, es así que los especialistas confían en el llamado a la conciencia social para tratar de disminuir el problema.

“Evitar el fecalismo al aire libre sería la gran recomendación. Solemos ver como algo muy trivial el asunto de que los perros hagan sus necesidades en la vía pública y dejarlas allí, pero ese acto repercute mucho en la salud, principalmente de los niños. Lo vemos con mucha trivialidad pero evitar esto es crear un sistema de protección comunal. Es así que los mecanismos de divulgación sobre la problemática que desencadenan son básicos para denotar la trascendencia de una acción que a veces por flojera no se soluciona”, señala.

Rosas agrega que en este tema cosas que parecerían no tener ninguna conexión, como por ejemplo el precio de las croquetas y las cuestiones ambientales, tienen una relación directa. “Las mascotas que comen croquetas tienen una defecación con una consistencia diferente a las que comen desperdicios: son heces más solidificadas que se pueden recoger con mayor facilidad; por eso debe seguir vigilándose el precio del alimento de los animales porque repercute incluso en cuestiones ambientales, hay una relación directa aunque no lo parezca. Cada día hay más gente que tiene mascotas, pero se requiere una sensibilización integral sobre el tema”.

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