El uso de biofertilizantes tiene un impacto no sólo en el medio ambiente, sino también en términos económicos, ya que el costo es menor que el de los fertilizantes químicos; en promedio valen 10% de lo que cuestan estos últimos, señaló el doctor Mauricio Alberto Trujillo Roldán, jefe de la Unidad de Bioprocesos del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.

Un biofertilizante es una bacteria o un hongo extraído del suelo para ser producido en masa y posteriormente se regresa al mismo suelo. Este proceso le permite que los microorganismos aporten nutrientes a la planta para mejorar su desempeño, principalmente nitrógeno y fósforo.

Las bacterias que se utilizan para este fin se conocen como fijadoras de nitrógeno, ya que son microorganismos que toman el nitrógeno atmosférico, lo transforman en nitrógeno orgánico y se lo entregan a la planta.

Mediante el uso de biofertilizantes se mejora la productividad de algunos cultivos de maíz, caña de azúcar, café y cítricos.

Algunos estudios han demostrado que los biofertilizantes también pueden servir en suelos que ya están contaminados e incluso han mejorado la productividad.

Retos a enfrentar

Uno de los principales retos que se tenían en materia de biofertilizantes era obtenerlos en forma líquida y que no necesitaran refrigerarse, pero en la Unidad de Bioprocesos lograron obtener esta formulación.

Los estudios que se realizan con las muestras han demostrado que el microorganismo tiene hasta dos años de viabilidad después de producirlo.

Algunas de las desventajas de los biofertilizantes están relacionadas sobre todo con su aplicación y la charlatanería.

En cuanto a la aplicación, Trujillo Roldán explicó que en ocasiones el campesino al aplicar el microorganismo nota que el crecimiento de la planta al principio es más lento que si hubiera utilizado fertilizante químico, entonces también aplica éste a su cultivo y, en consecuencia, se pierden varias ventajas en términos de productividad y ahorro.

Sin embargo, precisó que si se deja actuar el biofertilizante sin agregar fertilizante químico a la planta, llegará la etapa en que los microorganismos están suficientemente robustos y listos para alimentar a la planta. En ese momento el cultivo tiene mejor productividad.

Sobre la charlatanería, el problema radica en que en México existen muchas empresas que producen biofertilizantes sin estar seguros de lo que están generando, lo que puede traer como consecuencia la aparición de patógenos que dañen los cultivos. Además, tanto en México como en el mundo no hay una buena normatividad para combatir estas malas prácticas, concluyó.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

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