La década de los 50 quedó marcada por un gran evento de automovilismo: La Carrera Panamericana. Reconocida por la prensa internacional como una carrera superior a las Mil Millas y la Targa Florio de Italia, fue por eso que los amantes de las carreras pusieron atención en México.
 Esta carrera fue un gran éxito en sus  ediciones de 1950-1954 pero por motivos de seguridad, se suspendió después del fatal accidente  en las 24 horas de LeMans 1955.

“Era sin duda la carrera más importante del mundo, pues atraía a los mejores pilotos y autos, como los campeones mundiales Alberto Ascari, Herman Lang, Scarfiotti, Taruffi, Trevoux, Fangio, Johny Mantz, Vucovitch, Mc Griff, Tom Deal, Cabalen, Bonetto, Segura, Maglioi, Phil Hill.  por parte de México: Leal Solares, Ché Estrada Menocal, Moisés Solana, Razo Maciel, Iglesias,etc” dice Javier Solana, participante de la Carrera Panamericana en 1950, como copiloto de su hermano José Antonio “El Viejo” Solana, en un Nash con el número 29.

Por otra parte, tras el fuerte descalabro que dejó en la economía internacional  la Segunda Guerra Mundial, la situación se mejoró en los años 50, y en México comenzaron a importarse grandes automóviles de lujo, como Cadillac, Chrysler Imperial, además de Packard y Plymouth.

A los jóvenes se les comienzó a ver sobre las ruedas del Chevrolet Bel-Air, el Ford Thunderbird, Mercury y Lincoln.

En marzo de 1954, llegaron a México los primeros modelos de la marca Volkswagen con motivo de la exposición "Alemania y su industria", que se celebró en las instalaciones de Ciudad Universitaria.

Pero esta década no sólo destaca por la importación de dichos vehículos, sino también porque se da un paso importante en materia de producción.
En los 50 se constituye la compañía Vehículos Automotores Mexicanos (VAM), que vende automóviles Rambler. La empresa estableció una planta de ensamble en la colonia Industrial Vallejo, en el Distrito Federal, y otra de motores en el municipio de Lerma, Estado de México.

En febrero de 1951, Dina Motors y el gobierno federal de México, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Secretaría de Economía, aprobaron  la constitución de la empresa Diesel Nacional, cuya planta se instalaría en la Ciudad de Fray Bernardino de Sahagún, en el Estado de Hidalgo.

Un año después, esta empresa firmaría contratos de fabricación y asistencia técnica con la marca italiana Fiat. Pero, con el paso de los años y para fortuna de la empresa, Dina se convertiría en el mayor fabricante de autobuses urbanos, suburbanos, foráneos y de carga que incluso en la actualidad, recorren  las carreteras de nuestro país,  Latinoamérica y el resto del mundo.

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