La pasión por el pasado y el presente que se convierten en uno solo, el terror al futuro, el héroe que teme mirar hacia atrás pero que inevitablemente, fatídicamente regresa a él, enfatizando la pérdida, la nostalgia y la inseguridad perennes son algunas de las características básicas del cine noir que además describen a la perfección la más reciente cinta de Lynne Ramsay: You Were Never Really Here.

Basada en la novela homónima escrita por Jonathan Ames, la película sigue a Joe (magnífico Joaquin Phoenix), un ex militar que ahora trabaja como matón a sueldo que se dedica a rescatar niñas que han sido secuestradas por las redes de tráfico de personas. Siempre con el pasado a cuestas que se manifiesta en constantes flashbacks, Joe es contratado por un político para que rescate a Nina (Ekaterina Samsonov), su hija de 13 años. Y es justo al resolver este caso que Joe descubre una conspiración aún más perversa de la que podía imaginar, involucrando a altas esferas del gobierno en la ciudad de Nueva York.

Los ecos con Taxi Driver (Scorsese, 1976) y hasta cierto homenaje a Psycho (Joe vive con su madre ya anciana) o incluso referencias a Oldboy (Park, 2003) son obvios, pero si Ramsay conoce y reconoce a aquellos, lo hace no sin perder de vista su propio estilo, aportando una pieza notable, absolutamente enraizada en el cine noir.

“El cómo es siempre más importante que el qué”. La frase, extraída del ensayo Notes on Film Noir de Paul Schrader (originalmente publicado en 1971 en la revista Film Comment y que sirve como introducción en el magnífico tomo Film Noir, 100 All Time Favorites de Paul Duncan y Jürgen Miller, Edit. Taschen) es uno de los principios básicos del cine noir pero sirve también para describir el trabajo de esta directora para la cual la forma es fondo.

Ramsay pone especial énfasis en retratar la psique fragmentada y torcida de Joe en imágenes igualmente fraccionadas, ya sea en close-ups sostenidos (tanto a rostros como objetos y partes del cuerpo), imágenes borrosas, y oscuros flashbacks que exigen al espectador unir las piezas por si mismo. Todo ello con alta economía de diálogos en espacios sucios y oscuros que oprimen a nuestro protagonista aunque no sin buscar en el encuadre la simetría de este mundo oblicuo y violento.

La narrativa visual de Ramsey presume tal cantidad de recursos que incluso es reconocible un estilo que emula a la novela gráfica: aquella secuencia que se narra a partir de las imágenes de ciertas pantallas de vigilancia, cuadros estáticos que contienen y exponen la acción al igual que en un cómic.

Pero más allá de la indudable maestría visual, la herramienta más efectiva y perturbadora (por enigmática e incluso contradictoria) es la actuación melancólica, taciturna pero violenta, tierna pero brutal (ese martillo al hombro) contenida de arrebatos pero no de intensidad, por parte de Joaquin Phoenix. Su personaje es otro clásico del cine noir: el investigador, el villano y la víctima, todos en uno solo. Brutal en su trabajo como matón a sueldo, pero evidentemente herido de muerte en el pasado que se revela a cuentagotas, hastiado del presente (le gusta jugar a la asfixia) pero con un pavor más grande hacia lo que venga en el futuro. Con Joe, Phoenix crea uno de sus mejores personajes, tal vez a la par de su magnífico Leonard Kraditor en la también dolorosísima Two Lovers (2008).

A todo esto falta añadir el último pero vital ingrediente: un diseño sonoro alucinante que crea atmósferas ominosas donde todo tiene peso, desde el ruido de la calle, el disparo de un arma, hasta un diminuto dulce aplastado entre los dedos. A esto agreguen un efectivo soundtrack que se mimetiza con la estupenda banda sonora a cargo de un Jonny Greenwood ya vuelto experto en aportar la música idónea para hacer cine.

You Were Never Really Here es una destacada pieza de cine noir que se convierte en experiencia sensorial extrema que provoca al espectador con imágenes y sonidos, oscuridad y sombras, actuaciones y cine puro.

-O-

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