I

Campaña de desprestigio, estrategia de marketing, guerra sucia, mentira de la mafia del poder, un invento de Alejandro Quintero, de Carlos Slim, de Claudio X. González. Esas, entre muchas otras, fueron las expresiones de Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores cuando, en la Ciudad de México, comenzaron a aparecer autobuses con la publicidad de una serie documental llamada “Populismo en América”. La imagen de aquel cartel mostraba a Obrador, con la banda presidencial, junto con otros líderes latinoamericanos claramente populistas como Hugo Chávez, Evita Perón o Lula Da Silva.

El problema es que esa publicidad mandaba un mensaje claro, “AMLO es populista”, pero no decía un dato fundamental que era, ¿dónde se puede ver la tan mentada serie?

Los productores de la misma, en una carta pública, explicaron que el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia estaría ejerciendo una “presión ilegítima y antidemocrática para impedir que la serie sea transmitida”. Tatiana Clouthier, la coordinadora de campaña de Obrador, declaró que no habría tal presión, dudó de la existencia de la serie y retó a que, si en serio existe la serie, ella pondría las “palomitas”, para verla con todo mundo.

El hecho es que la serie existía y existe, y es hasta la semana pasada que finalmente se pudo ver en una plataforma de streaming, la de Amazon Prime Video. La serie de apenas 5 capítulos de 30 minutos de duración cada uno, hace un recorrido por algunos de los gobiernos populistas en latinoamérica. Con un primer capítulo introductorio sobre el origen, razones y convicciones del populismo, la serie continúa exponiendo casos notables como el de Argentina, Venezuela, Brasil, para finalmente llegar al de México con Andrés Manuel López Obrador.

La inclusión del líder oriundo de Macuspana parece arbitraria toda vez que, de esa lista, él es el único que (hasta ahora) no ha sido presidente de su país. Pero la serie no oculta su objetivo, que es explicar, con lujo de argumentos académicos, entrevistas, y hechos, el por qué López Obrador es un populista, del mismo tipo que Lula Da Silva, Evita Perón o Hugo Chávez.

II

Cada capítulo de la serie es presentado por Gloria Álvarez, politóloga y periodista. En el primero de ellos, se hace un bosquejo general sobre qué es populismo, definiéndolo como un “mecanismo de manipulación” que no es una ideología sino más bien una forma de gobernar que usualmente deriva en prácticas de autoritarismo, intolerancia a la crítica, pero siempre conservando un halo de reivindicación del pueblo frente a una élite explotadora.

Con un estilo puramente académico, de cabezas parlantes en entrevistas a primer plano con investigadores, politólogos, periodistas y economistas de diversos países, la narrativa del documental se construye a partir de estos testimonios acompañados de una voz en off que sirve como narrador. El armado es sumamente tradicional, con cortes rápidos a imágenes de archivo, música de fondo que si bien subraya ideas tampoco es machacante y en general un ritmo que no causa aspavientos ni resulta tedioso o aburrido, lo cual se debe en gran medida a la duración de cada capítulo: apenas 30 minutos.

Titulado “El Redentor Furioso”, el capítulo dedicado a Andrés Manuel López Obrador no es sino el recuento fáctico de su historia política, desde sus inicios priistas en Tabasco a los 23 años, su llegada al PRD, su unción como Presidente Nacional del Partido a manos de Cuauhtémoc Cárdenas y la posterior ruptura entre ellos, la llegada a la Jefatura de Gobierno, su capacidad para marcar agenda en las “conferencias mañaneras”, los videoescándalos de Bejarano y Ponce, hasta el famoso “es un compló” que da pie al nacimiento de “La Mafia del Poder”.

Llama la atención que el documental se niega a dimensionar a Obrador como aquel joven “violento” que secuestraba pozos petroleros, al contrario, reconoce que en la Jefatura de Gobierno (y a pesar de los actos de corrupción que salieron a flote) el político tabasqueño vivió una etapa de contención que se vendría abajo, estrepitosamente, con la derrota en la campaña electoral de 2006.

Su negativa a ir al debate con Calderón y Madrazo, su enojo con el presidente al que llama “Chachalaca” y las muchas disputas dentro de su propio equipo son señalados como “errores tremendos” por el politólogo Lorenzo Meyer. El documental tampoco omite la infame campaña de “Peligro para México” e incluso reconoce que dicha estrategia fue determinante en su derrota en las urnas, misma que, en voz de la politóloga Denisse Dresser, quedará siempre en duda si realmente la perdió por tan poco margen o se la arrebataron.

Es ahí cuando Andrés Manuel manda al diablo a las instituciones, y ese hecho es calificado, no por el documental sino por Denise Dresser y Jesús Silva Herzog, como una “típica reacción populista” al no reconocer legitimidad de un órgano institucional cuando éste no le da la razón. “Andrés Manuel tenía razón en estar tan furibundo” apunta Dresser, “pero un auténtico demócrata llama en todo caso a la refundación de las instituciones, no las manda al diablo”.

El famoso plantón de Reforma se erige entonces como el máximo acto de agresión de Andrés Manuel ante su enojo por el supuesto fraude que nunca pudo probar. Es aquí, según Silva Herzog, donde el paso al populismo es ya total. Andrés Manuel se erige como el gran líder del pueblo mexicano que luchará contra la llamada Mafia en el Poder. Esa narrativa no terminará nunca, y sigue vigente en el discurso del hoy candidato puntero a las elecciones de 2018.

Es aquí el único momento en que el documental se atreve, en voz de su propia presentadora, en comparar a Obrador con Chávez, Lula y los Kirchner, quienes tenían su propia versión de “La Mafia del Poder” pero con otros nombres.

El populismo es el mejor diagnóstico para lo que está mal, pero es la peor medicina para curar esos males” remata Herzog.

¿Guerra sucia?, ¿estrategia de marketing?, ¿campaña de desprestigio? Alejado de ser un panfleto, equilibrado en sus juicios y sin ánimos inquisitorios, es clara la intención del documental por demostrar su punto: Andrés Manuel es un populista, y siendo ese el objetivo, lo hace bien, otorgando argumentos y hechos verificados en un formato simple, llano, demasiado académico, y al cual la única crítica que se le podría hacer es la ausencia de voces disonantes a la idea central así como el oportunismo de la obra.

-O-

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