La tranquila ciudad de Pittsburgh

, en el estado de Pensilvania , está muy en boga por estos días. Su equipo de fútbol americano , los Steelers , se sumó a la reciente y encendida polémica que ha mezclado la política con el deporte: los jugadores se arrodillaron mientras sonaba el himno de Estados Unidos, en protesta contra las expresiones del Presidente Donald Trump.

Pero también porque la urbe, de vocación industrial, ha sido objeto de un auge del comercio, con la llegada de empresas tecnológicas que la han transformado.

Una de ellas es Uber

. Desde 2014, la plataforma tiene aquí su campo de pruebas para nuevas tecnologías, como la de los autos sin conductor.

Los 200 vehículos, modelo XC 90 modificados fabricados por Volvo

-que también operan en fase piloto en Phoenix y San Francisco- han completado 30 mil viajes, a la espera de ser oficializados como parte del servicio, en lo que se espera sea una revolución tecnológica del transporte en grandes ciudades.

La idea de los desarrolladores es garantizar mayor seguridad

a los usuarios, aunque los críticos apuntan a que también busca incrementar las ganancias de la empresa.

En preparación para su puesta en marcha fuera de Estados Unidos, Uber ya comenzó a mapear, tal como lo ya lo hizo Google, las calles de Sao Paulo y Ciudad de México . A fin de año será el turno de Santiago y Lima.

"Mis padres lo probaron y terminaron encontrándolo aburrido", cuenta Noah Zynch, director de sistemas de seguridad de Uber, al ser consultado por las reacciones de quienes testean el servicio. Añade que los pasajeros son advertidos de que viajarán en un vehículo autónomo y pueden desistir. "Pero la mayoría prefiere probarlo", asegura.

Aunque en la firma se especula que en cinco años ya deberían operar los primeros servicios, los ejecutivos aún no confirman fechas. Tampoco los objetivos del negocio.

Por ahora, eso sí, el servicio ha experimentado un par de incidentes. Zynch cuenta que "tuvimos un caso muy difundido por la prensa en Phoenix, cuando un auto se cruzó frente al vehículo autónomo y este no pudo verlo. Estudiamos el caso y fue responsabilidad del otro vehículo. Ni una persona hubiese podido reaccionar a tiempo", sostiene. Y agrega que "algo similar nos pasó en Pittsburgh".

Desde abril de 2015, cuando se comenzó a trabajar en la tecnología de vehículos sin conductor, Uber mapeó toda la ciudad y dispuso en cada uno de ellos un sistema de 64 láseres que crean un mapa en tres dimensiones a 200 metros a la redonda del auto . Así va midiendo todo lo que ocurre en tiempo real. Asimismo, incluye un visualizador de peatones que, según la dirección y velocidad de la caminata, puede predecir si una persona se interpondrá en la ruta del auto.

Puesta en marcha

"Nos falta mucho tiempo para resolver algunas capacidades (...). Sabemos que en los años que vienen, algunos viajes en áreas más fáciles, en condiciones favorables, podremos servirlas en nuestros vehículos sin conductor, y otras con nuestros socios", dice Zynch.

En estos dos años de pruebas, el viaje más largo duró 26 minutos y se extendió por 23 kilómetros.

La tecnología, de todas formas, abre un nuevo escenario para una empresa que siempre se ha definido como una firma de tecnología más que una de transportes. "No quiero hablar por la dirección futura de la compañía. Es interesante ver cómo opera esta herramienta y cuáles son las diferencias de transporte con tecnología y socios. Pero en términos de modificar los fundamentos de lo que hace Uber, seguimos siendo los que llevamos a la gente de un punto A a un punto B. No me imagino que esto cambie", plantea Zynch.

Por ahora, el sistema no considera algunos obstáculos cotidianos, como los hoyos de las calles, aunque sí puede evitar el atropello de un gato o adaptarse ante condiciones climáticas adversas.

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