Desde las primeras décadas del siglo XX la capital festejaba la llegada de la primavera con actividades recreativas cuyas ganancias se destinaban a causas benéficas. En 1948 y 1949 esta costumbre alcanzó su plenitud, el evento principal era elegir una “Reina de las Fiestas de la Primavera” y gracias a su aceptación, el escenario pasó del Palacio de Bellas Artes al Estadio Nacional